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Voto de antonalva:
6
Drama Cuando Mark Schultz (Channing Tatum), medallista de oro olímpico, es invitado por el rico heredero John du Pont (Steve Carell) a su magnífica mansión para ayudarle a crear un campo de entrenamiento de alto nivel en el que preparar a un equipo para los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988, Schultz dice que sí inmediatamente. La razón es que allí espera poder concentrarse en los entrenamientos y evitar así que su hermano Dave (Mark Ruffalo) ... [+]
7 de febrero de 2015
34 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ausencia, la necesidad, el anhelo, la búsqueda del padre ha movido y motivado a personas de toda índole y condición a través de todas las culturas y de todos los tiempos. Tiene una fuerza primaria irreductible y devastadora que obnubila y hace perder los papeles, el anclaje vital y hasta el raciocinio. La orfandad emocional es un veneno insidioso, corrosivo y tenaz que turba y descoyunta la existencia. Y éste es el centro sobre el que gravita esta cinta que parece una película sobre un deporte (la lucha libre) o el patrioterismo enajenante o las ganas de dejar una huella indeleble para la posteridad, como si el vacío afectivo pudiera compensarse o pudiera repararse y superarse con afanes externos voluntariosos, que no son sino placebos tóxicamente indigestos.

Interesante y ambicioso punto de partida que no acaban de cuajar en este gélido retrato de un millonario errático y de su testaruda obstinación por fabular, habitar y consolidar un mundo ficticio que le permita superar su carencia anímica y su querencia de adscripción a un mundo que le es ajeno y lejano. Construye un mundo de fantasía y se rodea de unos cortesanos aduladores y parasitarios que le ríen las gracias y le siguen el juego para medrar al cobijo de su exuberante y adinerada ala aguileña. Y en su perseverante tela de araña acaban atrapados dos hermanos de cierto rústico relumbrón (oro olímpico en Los Ángeles ‘84) que creen haber encontrado un paraíso terrenal pero se encuentran con la tozuda realidad de los hechos: están a merced de un mercader del afecto, de un comprador de voluntades, de un manipulador maquiavélico que se cree salvador de almas (o patrias) y desecho de virtudes inmarchitables.

Pero el planteamiento y las intenciones están por encima del desarrollo de la cinta, que adolece de un monocorde ritmo lánguido, de una frialdad repelente en el retrato de las personas y sus relaciones, de una falta de calor y contacto que está en abierta contradicción con el deporte tan sudoroso y físico como es la lucha libre que le sirve de armazón argumental. Parece la eterna promesa de una gran película que no acaba de fraguar y tomar cuerpo, perdiéndose en insinuaciones, sobrentendidos y suposiciones que permiten múltiples lecturas pero soslayando la necesaria información como para que las cábalas pirotécnicas del paciente espectador (por entretenerse en algo) puedan tener algún fundamento.

En definitiva, una imprevista decepción. Lleva dentro un embrión de buen cine, pero abortado.
antonalva
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