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Voto de antonalva:
6
Drama En un remoto valle de Islandia, dos hermanos que no se hablan desde hace más de cuarenta años deberán unir fuerzas para salvar su bien más preciado: su rebaño de carneros. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2015
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ganadería de carneros en Islandia. Un remoto valle. Una enfermedad fatídica para el rebaño. El sacrificio fatal de todas las piezas. Un gélido e impenetrable invierno. Dos hermanos en pie de guerra desde hace cuarenta años. Una historia diferente, peculiar, silenciosa, abrupta, agreste, sin florituras ni ornatos, un encono visceral soterrado y pertinaz. Luz y oscuridad, una rabia irreductible, amor y odio, sin otro horizonte que la repetición inmisericorde de las estaciones y los hábitos atávicos. Un pueblerino concurso entre ganaderos que desencadena la tragedia. Lazos de sangre, densidad inmisericorde. Una historia de supervivencia, perseverancia y obstinación.

Pocos alardes en este parco devenir de la cotidianeidad aldeana. Olor a heno, a cañada, a establo y soledad terca y obcecada. Un libro como máximo entretenimiento y la radio como única compañía. Reuniones de ganaderos para compartir los sinsabores de la resistencia en un entorno hostil y menguante. Trabajo rutinario y plano, aburrido e ingrato. Abandono y desolación, ausencia de mujeres, de intimidad, de regocijo o esparcimiento, ajenos al mundo y sus avatares. Los sentimientos brillan por su aparente ausencia. Oquedad hermética del alma. El alcohol como vía de escape, de refugio para el olvido, de abrigo para la intemperie. Repetición monótona de pequeños actos triviales.

Apenas hay acción en este mundo estancado. Y sin embargo laten odios profundos y lazos insondables que no rompe ni el tiempo ni el extrañamiento. ¿Cómo sobrevivir si la vida carece de color y calor? ¿Para qué seguir adelante si te encuentras en un callejón sin salida? No hay redención cuando no hay tan siquiera sentimiento de culpa o propósito de enmienda. La rutina se apodera de uno y lo convierte en un pelele a merced de los elementos, una marioneta sin hilos que baila al son que le marca el indiferente destino. Y, sin embargo, el corazón late y la sangre bombea. Somos humanos y no podemos borrar nuestro linaje ni nuestros vínculos inefables. La ausencia de palabras no anega el rescoldo del pasado.

Película minimalista, austera, parca y dura. Un único abrazo tardío trata de resolver una querella remota y ancestral. ¿Acaso la reconciliación el posible, necesaria, insoslayable? ¿O estamos quizás ante un espejismo de tormenta de nieve que se fundirá con los primeros rayos del sol? La sencillez del relato es quizás excesiva y corre el riesgo de malversar la empatía del espectador, desatendiendo su complicidad y fatigando en exceso su paciencia y confianza. Interesante sí, pero bordea el aburrimiento y deja cierto regusto a espesa impostura esteticista, un elaborado suflé de hielo en torno a bien poco.
antonalva
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