La serie se centra en un grupo de amigos gays en un barrio gay. Empiezo diciendo que la última entrega es decepcionante. Hasta ahí la serie tiene una virtud: habla de seres humanos que luchan por sobrevivir con sus condicionantes vitales, cada uno con la que le ha tocado y todos con la homosexualidad en un entorno homófobo.
Cada personaje es inolvidable por lo humano y cercano aunque, lo reconozco, no es una serie para quienes quieran ver insultos o tripas (House, CSI) sino para quien quiera ver una historia de seres humanos, a veces un poco ñoña, a veces cruel (como la vida misma)
El cachas, el bueno, el plumífero, el corrientito, el maduro, la madre, la lesbiana en papel masculino, la lesbiana en papel femenino y el efebo (hilo en cierto sentido de la trama) son los arquetipos fijos de la serie que se mueven en un mundo que está en contra de ellos (agresiones, leyes, marginación y desprecio). El problema de esta serie y el morbo es que son homosexuales, si pertenecieran a otro colectivo marginal en un entorno hostil otro gallo hubiera cantado.
Un segundo problema es que las escenas eróticas son muy subiditas de tono, sólo por ser homosexuales, y escandalizan a bienpensantes. Sobre todo por que se está asumiendo con demasiada facilidad que la televisión es un medio sólo para mentes menores de edad. Nos tratan como si no fuéramos adultos, lo que teniendo en cuenta el peso de la tele en la producción cinematográfica es realmente alarmante.
Bryan, Michael, Enmet, Ted, Vic, la Gran Debbie, Melanie y su pareja cuyo nombre no recuerdo, Justin, mamá Taylor, Carl, Ben, Hunter son personajes que a quienes hemos seguido la serie no se nos borrarán con facilidad.