17:59 P.M. La mirada fija sin pestañear en la aguja del segundero, pendiente de su agónico avanzar. De repente, el sonido del timbre inicia el júbilo generalizado que me unía a mis amigos en aras de la ansiada libertad, escapando de las frías paredes del aula. Una recompensa plateada con aroma a tesoro esperándome en las manos de mi madre, convertida en salvadora. En el interior del brillante envoltorio, un ansiado bocado relleno de embutido, Nocilla, o cualquier otra delicia. La vuelta al hogar comentando los mejores momentos del día, o las novedades de una vida de colegial. Y por fin, una vez en el abrigo del hogar, el regreso a mi habitación, pequeño cosmos particular, en compañía de mis mejores amigos dentro de ese universo alejado de la realidad que era mi imaginación. Modelados en plástico, felpa o aluminio, mi colección de juguetes cobraban vida al ritmo marcado por la rocambolesca maquinaria de mi cabeza. Héroes, villanos, y demás parafernalia al servicio de mis ensoñaciones más grandiosas.

Con estos ingredientes, y como si de un potente ejercicio de regresión a la infancia se tratara, Philip Lord, Chris Miller y Chris McKay proponen una vuelta de tuerca al cine de animación con una película, que lejos de construirse como una macrocampaña publicitaria para ensalzar las virtudes de la legendaria compañía LEGO, hace uso de los famosos bloques para edificar un hermoso, alocado, irreverente y divertidísimo canto a la imaginación como vehículo para la expresión artística y emocional del individuo, así como válvula de escape para los pensamientos más hilarantes que pasean por nuestra mente.

Eliminando de la ecuación cualquier complejo narrativo, y aniquilando las barreras de la coherencia, "La LEGO película" se edifica como 100 minutos de juegos infantiles donde el único límite es el horizonte del metraje. Nos encontramos pues, ante una obra sensacional en la que la diversión es la única meta, dejando en el recorrido una sutil y emotiva dedicatoria a los soñadores sin fronteras. Una película que parece creada por niños, y destinada para los adultos, lo que la convierte en una experiencia única y apta para todas las edades. Con referencias culturales, cinéfilas y autorreferenciales que ofrecen innumerables guiños a los mayores, con la suficiente mala leche como para hacerles disfrutar; y a su vez con la acción, emoción e imaginería visual suficiente para hacer las delicias de los más pequeños, sin tratarles como tontos, y convirtiéndolos en compañeros de aventuras en la eterna búsqueda del entretenimiento, hablando un idioma moderno que conoce el contexto cultural y social de los tiempos que corren, "La LEGO película" se convierte en una cinta llamada a englosar la larga lista de pequeñas obras de culto para enmarcar.

Si la locura y el descontrol de la película pueden resultar excesivos o no, carece de importancia, pues estata deliciosa travesura perpetrada con una notable factura técnica y un maravilloso sentido de la autoparodia, es una de las propuestas más refrescantes y originales del, a veces, anquilosado mundo del cine de animación infantil, acostumbrado a vivir de clichés desgastados hasta la extenuación.

Una oda a la infancia y a su entrañable magia inventiva. Un regalo para el disfrute de grandes y pequeños. Un bloque dorado para encajarlo en lo más hondo de la diversión.