Si el bueno de Steven Soderbergh cumplirá su anuncio de abandonar el mundo del celuloide para dedicarse a otras pasiones como la pintura o el mundo de la televisión, es una incógnita aún sin resolver. De momento, lo que si está cumpliendo, es su promesa de facturar unas cuantas películas en rápida sucesión; racha que comenzó con "Contagio" e "Indomable" en 2011, "Magic Mike" en 2012, y ahora en 2013, es el turno de "Efectos secundarios".

Si bien en los títulos de años anteriores, el director de la soberbia "Traffic" mostraba signos de fatiga, facturando películas que estaban a años luz de sus mejores trabajos, y que más parecían obras de encargo, que unas auténticas apuestas por mostrar su pasión por el cine; parece que su última cinta, busca recomponer la imagen de uno de los mejores cineastas de la última década.

Con el mundo de la psicofarmacología como mcguffin, Soderbergh plantea un homenaje al cine negro clásico con la vista fija en genios como Hitchcock, o grandes obras como "Perdición". Sin llegar a alcanzar la perfección de sus fuentes de inspiración, hay que reconocer su gran labor a los mandos de este emocionante thriller. El guión de Scott Z. Burns funciona como un mecanismo de relojería en el que todo esta medido para sorprender al espectador con unos giros de guión justificados siempre correctamente. Con un reparto espectacular, del que emerge con magia propia ese joven valor que es Rooney Mara, y con un cuidado por los detalles maravilloso, "Efectos secundarios" ofrece una primera mitad de película soberbia, desinflándose un poco en un desenlace ligeramente frío y anodino. Formalmente, Soderbergh dirige una buena película, que sin embargo no alcanza la excelencia, pues se le nota más preocupado por hacer que todo funcione, que por lograr dotar a su cinta de un estilo propio. Su obra vive más en el homenaje que en la renovación formal del género negro clásico.

"Efectos secundarios" es un potente fármaco contra el tedio, que mantendrá en vilo al espectador, y le hará disfrutar. Sin embargo, no estamos ante una obra maestra que vaya a perdurar en la retina por mucho tiempo. Pero sí hay que agradecer que Soderbergh, se involucre más en sus labores a la dirección antes de dejarnos huérfanos de su estilo a los cinéfilos que hemos disfrutado con sus películas.