Horrible. Tarantino se pierde entre sus explícitas influencias y la auto-parodia en la que se ha convertido su propio cine.

Por un lado, las fórmulas características de su lenguaje cinematográfico -guión, diálogos, etc- muestran un evidente agotamiento y están lejos de la calidad y frescura de sus primeros trabajos; por otro, Tarantino no sabe manejar esas deficiencias, que expone desnudas en un sin fin de largas escenas suspendidas en el vacío sin el apoyo de sus antiguas virtudes o de un guión a la altura de las circunstancias.

De este modo el director consigue empequeñecer torpemente los aciertos de la cinta. La perfecta demostración técnica se vuelve fría, maquinal y automática y la excelente dirección de su elenco actoral, caprichosa. El juego que Tarantino practica con los lazos que el espectador estrecha con sus mejores personajes -los interpretados por Waltz y DiCaprio-, es molesto y frustrante, ya que éstos son rotos innecesariamente cuando son los actores quienes sostienen la función. Deviene de todo lo comentado un ritmo irregular, sin gancho ni interés, que convierte el prometido oleaje virulento de crueldad y excesos en una somnífera marejadilla.

Sólo se salva de la quema su vertiente más manifiestamente cómica -Tarantino se permite rodar un sketch sobre unos "encapuchados"- y algún que otro momento musical -especialmente el flashback mientras suena "Freedom"-, que, por cierto, alterna con otros simplemente ridículos. Se agradece además el tono menos maniqueo y más visceral, en comparación con su anterior película, que adopta en el tratamiento del leiv motiv de la obra, la censura de la esclavitud, pero estas virtudes son insuficientes incluso para que la película resulte entretenida y amena, ya que funcionan como islotes perdidos entre 2 horas y 40 minutos de metraje.

Saludos.