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Voto de Quatermain80:
7
Thriller. Drama Eddie “Fingers” Coyle (Robert Mitchum), un hombre que se dedica a suministrar armas de todo tipo a los delincuentes de los bajos fondos de Boston, pretende conseguir el apoyo de la policía, delatando los planes de sus clientes. (FILMAFFINITY)
18 de diciembre de 2010
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conocido principalmente por la célebre Bullit, el realizador británico Peter Yates logró con esta interesante "The friends of Eddie Coyle" su obra más acabada, o al menos la más original por su forma de acercarse al mundo del hampa, con sus atracadores, traficantes de armas, soplones y policías. Lo novedoso es que esta aproximación, salvo en el caso de los atracadores, se realiza por medio de conversaciones que sostienen los personajes principales, las cuales permiten entrever -no sin ciertas dificultades- un mundo definido por la falsedad, la amenaza, y cierta impresión de rutina decadente.

Otros usuarios han valorado el carácter desapasionado y frío del filme; en efecto, el conjunto de los hechos narrados aparece ante los espectadores completamente desdramatizado, lo que no deja de ser curioso, teniendo en cuenta que la figura de Eddie Coyle es verdaderamente trágica. Pero lo cierto es que ese matiz dramático no lo aporta ni la realización de Yates ni el guión: es la interpretación de Mitchum y el bagaje cinematográfico del espectador quienes se encargan de ello. Basta con echar un vistazo a ese rostro, sus cansados gestos, para que los espectadores deduzcan naturalmente el carácter del personaje.

Formalmente el filme también resulta frío, lo que no es negativo, sino una opción estilística; destaca la minuciosidad con que se ruedan los atracos, recurriendo el director a un complejo montaje que analiza cada detalle, gesto y movimiento con brillantez. Esto es particularmente notable en la secuencia inicial, que luego se repite -quizá innecesariamente- en otro momento posterior de la película. La ambientación muestra cierta dualidad; así, las conversaciones o encuentros entre los personajes tienen lugar bien a plena luz del día, en espacios públicos, bien en interiores de cierta sordidez, pobremente iluminados. De hecho, casi todas las secuencias nocturnas adquieren un carácter tenebrista, por lo que el espectador más que ver, intuye lo que pasa, guiado solamente por rostros fugazmente iluminados.

Con magníficas interpretaciones (Boyle, Jordan, Keats), acaso realzadas por la contención dramática del filme (bien trabajada desde el guión), la sensación que se nos transmite es la de un mundo de apariencias y falsedades en el que ningún personaje sabe a qué atenerse en relación con los demás. Nada ilustra mejor esta percepción que las secuencias finales, seguramente las más claras y dramáticas (tanto en el fondo como en la forma), y en las que Eddie Coyle conocerá, definitivamente, a sus amigos.
Quatermain80
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