Schlöndorff retoma en esta película temas e intereses que ya había abordado anteriormente, como son la historia reciente de Alemania y la siempre difícil relación que se establece entre los individuos y el estado, preocupaciones que pueden encontrarse en filmes como su brillante opera prima "El joven Torless" (hasta la fecha sigue pareciéndome su mejor trabajo), y la también notable "El honor perdido de katharina Blum".

En el presente caso el realizador alemán se centra en las actividades subversivas y terroristas que protagonizaron ciertos grupos minoritarios en la República Federal Alemana a partir de finales de los años sesenta, y que tendrían su más acabada versión en la célebre banda Baader Meinhof, que trataba de socavar el orden capitalista atacando sus instituciones represivas (bases militares) y económicas (bancos), por medio de actuaciones de guerrilla urbana.

Filme de notable desarrollo, eficaz guión e impecable ambientación, logra siempre transmitir con autenticidad la tristeza y el hastío de un mundo (el del "socialismo real"), que en un tiempo fue un sueño liberador para muchos (como la protagonista de la película), pero cuya plasmación real y práctica constituye uno de los mayores desengaños y fracasos de la Historia, más descorazonador aún si se considera, como bien se sugiere, que el ideal que lo animó era justo y deseable. Las interpretaciones son notables, destacando las de Bibiana Beglau y Nadja Uhl, y la música acertada y evocadora de la época mostrada.

A Schlöndorff no le interesa indagar en los orígenes intelectuales y personales que motivan las actividades del grupo terrorista que nos muestra; de hecho, la visión que nos aporta sobre ellos es la de unos jóvenes poco reflexivos que repiten maquinalmente una especie de letanía revolucionaria de manual, que sin embargo consideran que justifica todo su proceder. Así, Rita, la protagonista, está absolutamente convencida de luchar por un ideal justo y deseable, considerándose una activista de la liberación popular, meta que desea implantar en la RFA y que ella supone ya alcanzada en la RDA.

Es precisamente cuando el grupo, acosado por las fuerzas del orden, se ve obligado a refugiarse en la RDA, el momento en el que el idealismo de Rita y los demás se topa de bruces con el "socialismo real", abriendo las puertas del desengaño, la huida hacia delante, o una especie de feliz autismo frente a la realidad, que parece ser la opción de Rita, convencida de que vivir como trabajadora en la RDA es el mejor de los mundos posibles. Su idealismo contrasta con las actitudes hastiadas o desesperadas de su nuevo entorno de amistades, que se sorprenden enormemente de su adhesión al sistema. (Continúa en spoiler, sin revelar detalles).