Hace años que Mel Gibson abandonó su trabajo como actor y renunció a su presencia ante la cámara (al menos en lo que a cine se refiere) para centrarse en su faceta como director, habilidad en la que destaca y sorprende con proyectos atrevidos e inusuales, ambiciosos y cargados siempre de polémica. Durante estos años, Gibson no ha perdido el tiempo, pero, como estaba previsto, vuelve al fin de nuevo ante las cámaras ¿He dicho al fin? Ojalá Gibson tuviera tan buen ojo a la hora de elegir papeles como para dirigir películas.
“Al límite” se presenta como un thriller típico, con acción, suspense, venganza, emociones, agentes de policía duros y malos malísimos. Empieza con fuerza, esto no se niega, pero el resto es un compendio de tópicos del género que, amontonados de cualquier forma nos ofrecen una película previsible, simple, infantil, pro-belicista e incluso estúpida y ridícula que solo pueden aprovechar aquellos que disfruten de ver sangre, tiros y Mel Gibson en el típico papel de defensor del orden patriota y americano, capaz de ponerse en la piel de un poco sofisticado 007 para vengarse de la muerte de su hija y de paso acabar con un complot a escala nacional.
Un consejo, si quieren ver una película de tipos duros en la que aparezca Mel Gibson, guarden su cartera, vayan al videoclub de al lado y alquilen una de las muchísimas películas que existen (“Arma Letal”, “Mad Max”, “Braveheart”, “Cuando éramos soldados”, “El patriota”…), les aseguro que cualquiera de ellas les hará disfrutar mucho más y a un precio mucho más razonable. Así de paso, también evitarán oír las risas de ciertos individuos en respuesta a las patéticas, viejas y enmohecidas frases que Gibson suelta en esta aburrida “americanada”.