Wes Craven consiguió remover estómagos con su tosca opera prima, "La última casa a la izquierda". En los ochenta creó todo un icono del cine de terror como es Freddy Krueger en su exitosa "Pesadilla en Elm Street" y a finales obtuvo cierto aire de pedigrí con "La serpiente y el Arco Iris". Cuando el terror parecía estar muerto a finales de los noventa, el director, junto al guionista Kevin Williamson , vuelve a ponerlo en primera fila después del estreno de su magnífica obra, añadiendo con ello una nueva figura emblemática en el selecto club de los rostros del horror.

Con un magnífico guión, lleno de guiños al género, y un maestro en la realización, como es el infravalorado Craven, "Scream" es una de las películas más estimulantes de las últimas décadas. Toda una oda a un género, llena de intencionadas referencias al mismo, ofreciendo un juego de falsos espejos donde las reglas son retorcidas hasta alcanzar cierto aire paródico sin caer en la burla, siempre manteniendo ese respeto encumbrador hacia él.

Son muchos los elogios que puede hacerse al film, desde su espectacular inicio (esos 10 primeros minutos, que homenajean a "Cuando llama un extraño" de Fred Walton, que consiguen mantener al espectador enganchado a la butaca), pasando por sus referencias al género ( las reverencias hacia "La noche de Halloween" de Carpenter y su protagonista son constantes), o su tramposa trama, capaz de dejar boquiabierto al iniciático, o sus logrados momentos de tensión (todo el acoso telefónico y posterior persecución de las víctimas), hasta su negrísimo sentido de humor.

Ghostface se presenta como un carismático villano, aun careciendo de identidad propia (los que hayan visto el film ya saben a qué me refiero). Su atuendo es todo un acierto, con esa fantasmagórica máscara que evoca al "El Grito" de Munch, o ese vaporoso traje negro que flota en el aire cada vez que el asesino aparece. La inocente Neve Campdell (recién salida de "Jóvenes y brujas" de Andrew Fleming) se revela como toda una screem queen, digna sucesora de las sufridas final girls que ocuparon las pantallas allá en los ochentas, siempre acompañada por una magnética Counteney Cox y un entrañable David Arquette.

"Scream" es un festival para el aficionado hecha por un "friky" del género, y eso destila la película, todo un homenaje a un tipo de cine que parecía muerto pero que en realidad solo necesitaba volver a caer en buenas manos.

Lo mejor; El inicio (con una aterrorizada Drew Barrimore).

Lo peor; No verla en perspectiva, aunque no es una película que haya envejecido mal, si que es hija de una época, al igual que lo fue todo el cine de los setenta y ochenta.