Esplendor en la hierba de Elia Kazan es un drama romántico basado en la época de la gran depresión norteamericana de los años 20 y 30, que cuenta la historia de una pareja de jóvenes de diferentes clases sociales que se aman pero debido a los caminos que les fuerzan llevar, tienen dificultades para llevar su relación. Dirigida con un ritmo reposado y con un estilo personal y melodramático, es una de las obras más significativas del director, la cual cala irremediablemente en los cinéfilos clásicos amante de los buenos dramas románticos con giros argumentales que mantienen al público expectante, ya que ofrece de forma sobresaliente todo lo necesario para quedar en la retina del cinéfilo más exigente, concluyendo por tanto, un magnífico film digno de elogio que es algo arriesgado por tratar sin muchos tabúes el sexo y el erotismo de la juventud en unos años en los que aún no era bien aceptado por la sociedad.
La fotografía es bella y evocadora a la época en cuestión, gracias a un buen trabajo en color bastante lumínico que añade confort al film y está repleto de detalles espléndidos que gustan ver. La música es melódica y bella al exhibir unos sonidos agradables e inspiradores típicos de los dramas clásicos que acompañan notablemente el film según la acción. Los planos y movimientos de cámara consuman un serio trabajo técnico a través del buen uso de los generales, reconocimiento, circulares, seguimiento, detalles, primeros planos, avanti y retroceso que sacan lo mejor de las interpretaciones.
Las actuaciones son admirables y profundas. Como protagonistas Natalie Wood está radiante en un papel completo sobre un personaje que varía conforme desarrolla su personalidad y pasan los años y Warren Beatty está admirable y convincente en su tarea, siendo competentes los acompañamientos de Pat Hingle, Audrey Christie, Barbara Loden y Zohra Lampert entre otros. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y distinguidos por un lado y humildes y pobres por otro, marcando claramente las diferentes clases sociales al igual que con los decorados que te transportan eficazmente.
El guion, escrito por William Inge, es excelente tanto en sus giros argumentales y lenta exposición de unos personajes en continuo desarrollo, como por tener una absorbente drama llena de un dramatismo incitador que atrapa de modo implacable al público con su turbadora historia, concluyendo uno de los mejores films de la época por ser de lo más provocador y desesperanzador en ciertos aspectos. Esto se lleva a cabo con una narrativa clásica que muestra la ilusión al principio y la desilusión después de unos personajes que tienen muchas trabas por parte de sus progenitores para mantener su relación. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido con algunos saltos temporales que resumen varios años de la vida de los jóvenes protagonistas.
En definitiva, la considero una obra inmortal e indispensable en su categoría y en la filmografía del director, por dejar al público expectante del desenlace de un film bastante incitador y desde luego valiente por poner en la palestra a la juventud americana y sus fallos y excesos junto con los de sus progenitores, que son en el fondo los verdaderos provocadores de todo lo que ocurre. Muy recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, vestuarios y narrativa que vuelven a Esplendor en la hierba, en un film excelente en todo lo que se propone para cautivar a los cinéfilos clásicos más exigentes.