El milagro de Anna Sullivan de Arthur Penn es un drama biográfico basado en la discapacidad de una niña que ha sido maleducada por sus progenitores y que recibe la educación de una institutriz constante y tenaz en su trabajo. Dirigida con un ritmo enérgico y con un estilo directo y osado que muestra la educación llevada al extremo, es una obra incitadora por cómo se lleva a cabo el esfuerzo continuado por enderezar a una niña malcriada que además es sorda y muda, provocando gran reacción en el espectador por la violencia que se utiliza para terminar esta cuestión, concluyendo por tanto un impetuoso film que inquieta al público de principio a fin y que deja gran recuerdo tras su visionado.
La fotografía en blanco y negro es evocadora y hermosa al estar bien cuidada en detalles, logrando una labor excelente y portentosa que es estéticamente apropiada en sus imágenes idóneas. La música es intrigante y enigmática por momentos gracias a unas melodías bellas que estimulan al público y añaden encanto al film por sus agradables armonías. Los planos y movimientos de cámara consuman una excelente labor técnica mediante el uso de los subjetivos, tercera persona, primeros y primerísimos planos, avanti, retroceso, seguimiento, generales, plano-contraplanos, detalles y cámara en mano para añadir dramatismo que exprime lo mejor de la acción y las interpretaciones.
Las actuaciones son sobresalientes y auténticas. Como protagonistas Anne Bancroft está deslumbrante y con mucha personalidad en un contundente papel y Patty Duke está convincente en un papel de lo más difícil, ambas ganadoras del oscar, siendo irreprochables los acompañamientos de Andrew Prine, Inga Swenson, Victor Jory y Jack Hollander. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes de personas acomodadas de la época en una estupenda labor que junto con los decorados de interiores te transportan in situ.
El guion, escrito por William Gibson y basado en su propia obra de teatro, hace del film una cinta apasionante en su verdadero esfuerzo por demostrar que nunca es tarde para educar a ningún niño a base de constancia y tesón, logrando cautivar a toda clase de cinéfilos con un entramado sincero que llega incluso a ser agresivo cuando es llevado al extremo, finalizando un soberbio film que es asombroso en lo que demuestra. Esto se lleva a cabo con una narrativa violenta y expresiva en los enfrentamientos entre maestra y alumna, siendo en definitiva una directa labor lingüística y característica de una educación forzosa y tardía. Cabe destacar también, el montaje lineal y continuado pero con un flash-back recordatorio para poner en antecedentes al espectador.
Concluyendo, la considero una obra hermosa e imperecedera en su género y en la filmografía del director que cautivará a todos aquellos que se aventuren a descubrirla, ya que dentro de ella encontrarán belleza, aprendizaje, tesón y lucha para educar a alguien que a priori parece imposible hacerlo, concluyendo uno de esos films que perduran eficazmente en el tiempo. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara, vestuarios, caracterizaciones, decorados y narrativa que hacen de El milagro de Anna Sullivan, un film maravilloso para disfrutar con toda la familia.