Primera plana de Billy Wilder, es una comedia que satiriza el periodismo de los años 20. Dirigida con un ritmo rápido y dinámico, consigue realizar un film hábil y eficiente, con una definición inteligente y astuta, en una de las últimas cintas que rodó el cineasta austriaco.
El guión, escrito por el mismo Wilder, y basado en la obra teatral del mismo nombre de Ben Hecht y Charles MacArthur, es interesante y atractivo, llevado ya al cine en anteriores ocasiones como en Un gran reportaje, y Luna nueva, por lo que es acertado, así como crítico y burlón hacia el periodismo sensacionalista, sacando en ello Wilder, su garra más afilada.
Las actuaciones, genuina y admirable en el caso de Walter Matthau, en su línea de caradura egoísta habitual, brillante y auténtico Jack Lemmon con la dosis de humor que lo caracteriza, y encantadora y acertada Susan Sarandon, en uno de sus primeros papeles cuando por aquel entonces era una casi desconocida actriz. Usando en sus interpretaciones unos diálogos ácidos e ingeniosos por parte de los principales, con tono sarcástico y perspicaz, que será de la diversión y el agrado del público en general.
Para finalizar, destacar los vestuarios, caracterizaciones y decorados evocadores y alusivos a la trama en cuestión, trabajados en detalles y transportando al espectador a la época que narra, y una fotografía sugestiva y estimulante, estéticamente trabajada en detalles, con una luminosidad apropiada a la acción.
Por lo que, en definitiva, la considero una buena obra aceptable y digna del genial director, sin llegar a ser de sus mejores cintas, pero entretenida y agradable de ver, por tener una historia que ya funcionó anteriormente en la gran pantalla, y que no iba a ser menos de la mano de un director, que prácticamente todo lo que hacía lo transformaba en arte.