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España España · Madrid
Voto de andeltor:
10
Drama Continuación de la historia de los Corleone por medio de dos historias paralelas: la elección de Michael como jefe de los negocios familiares y los orígenes del patriarca, Don Vito Corleone, primero en su Sicilia natal y posteriormente en Estados Unidos, donde, empezando desde abajo, llegó a ser un poderosísimo jefe de la mafia de Nueva York. (FILMAFFINITY)
2 de abril de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y dos años después de la obra maestra, Francis Ford Coppola lo vuelve a hacer, firma la segunda obra maestra de esta trilogía sobre la familia Corleone. Esta secuela en la que el hombre de honor encarnado por Al Pacino, toma el mando de la familia Corleone con el beneplácito de todos, ese hombre cultivado y ponderado en sus decisiones en defensa de los intereses de su familia, torna en un ser henchido por el sentimiento de la venganza, violento y sin consideración alguna no sólo con sus enemigos, también con su propia familia, con todos y cada uno de los que considera que le han traicionado. Curiosamente para sacar de los "negocios sucios" a su familia y tornar su imperio y sus intereses en negocios dentro de la legalidad, el hombre justo y cabal se convierte tras varias traiciones en un asesino con los ojos inyectados en sangre, sin piedad para cobrarse uno a uno la vida de todos los que le han traicionado.

Pero Coppola nos da más con el personaje de Vito Corleone, interpretado por un gran Robert de Niro en sustitución de Brando, como precuela a la anterior película, donde se ve a un joven Vito violento buscando vendettas en contraposición al papel de Michael interpretado por Pacino. Mientras el padre va evolucionando a mejor, el hijo al contrario va evolucionando a peor persona.

Resaltar también los extraordinarios papeles de las mujeres de la familia, Talia Shire y sobre todo Diane Keaton, que también van evolucionando claramente a lo largo del minutaje que a mí personalmente, se me queda corto. Destacar, como no, a John Cazale en el papel de Fredo, el hijo mayor ninguneado por todos, y de Robert Duvall, más reconocible con su incipiente alopecia dos años después y ya perfectamente reconocible.

Nunca me ha gustado hacer comparaciones, que como dice el refrán, son odiosas. Creo que estamos ante otra obra de arte sobre el mismo tema, con sus nexos de unión como no podía ser de otra forma al seguir la adaptación de la obra de Mario Puzo, pero radicalmente diferente. Destacar también el excelente montaje, la cuidada fotografía y esa banda sonora original inmortal.

Matricula de honor, un 101.
andeltor
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