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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
6
Drama Hank Chinaski envía sus poemas y relatos a revistas literarias, que rechazan siempre su trabajo. Para pagar su modesto alojamiento y su adicción al alcohol, realiza trabajos eventuales como obrero, portero o taxista. Su principal objetivo nunca fue ganar dinero para vivir lujosamente; lo que a él le gusta es apostar en el hipódromo, poder amar a dos mujeres (Jan y Laura) tan aficionadas al alcohol como él, observar las pequeñas cosas y, ... [+]
18 de septiembre de 2009
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me levanté y me fui en dirección opuesta, di la vuelta a la esquina y subí por Main Street. Seguí caminando hasta que llegué al cine Roxy.
Había fotos de las actrices colocadas con chinchetas detrás de un cristal junto a la puerta. Entré y compré un ticket. La chica de la taquilla tenía mucha mejor pinta que las de las fotos. Ahora sólo me quedaban 38 centavos. Me introduje en el oscuro teatrillo de ocho filas. Las tres primeras filas estaban llenas.
Tuve suerte. La película no había terminado. Acababa de empezar y yací estaba ella. Personalmente no me ponen tan pequeñas ni flacuchas. Una veterana venida a menos, relegada ahora a papeles de conflictiva o borracha en películas independientes. Aquí teníamos a Lili Taylor como apertura. Probablemente alguna otra había sido asesinada o tenía la regla o había tenido un ataque de histeria en el casting y esta había sido la oportunidad para Lili Taylor de volver a hacer un papel más o menos protagonista.
Pero Lili Taylor era una tipa legal. Flaca, pero con buenas tetas, un cuerpo como un sauce. Y al final estaba hasta sexy. Era como un milagro —suficiente para volver loco a un hombre.
Muchos allí estábamos para ver el cuerpo de Emily Hynnek, actriz que llenaría páginas en internet que intentasen mostrar sus secuencias haciendo desnudos. Pero el plato fuerte era la secuencia de sexo con Marisa Tomei. Tiene más de cuarenta años pero sigue siendo una diosa. Tomei devoró por completo a Matt Dillon que poco podía hacer aparte de dejarse ser cepillado. Ella pareció llegar al clímax. Su cabeza cayó hacia atrás, su boca se abrió...

Yo llevaba la novela de Charles Bukowski en mi bolsillo aunque sus doscientas páginas se podrían resumir en tres líneas de una sinopsis. Pluma afilada y aguda teñida de supervivencia y alcohol. Vocación de perdedor y fracasado, de puro anti-sueño-americano, al fin y al cabo. La película era episódica, triste, sin capacidad de sorprender, con su correctísima factura, sus interpretaciones y sus tetas. De esas películas que apenas cuentan nada y al mismo tiempo muchas cosas.
Tenía sus momento cachondos y para poner cachondos a todos los que estábamos allí.
Y a mí no se me pudo poner dura.
Maldito Bastardo
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