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Voto de Maldito Bastardo:
6
6.4
2,889
Drama. Comedia
Perelman hijo (Daniel Hendler) es un joven que estudia derecho que no quiere parecerse más a su padre (Arturo Goetz), un prestigioso abogado, pero cuanto más trata de diferenciarse, más se parece a él. Como una forma de encontrarse, busca la manera de descubrir qué es lo que más lo representa, y así despegarse de la imagen paterna. Ahora que ya es un adulto, está casado, tiene un hijo y la vida se le presenta en permanente transformación. (FILMAFFINITY) [+]
4 de febrero de 2007
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale, “Derecho de familia” no es la estupenda “El abrazo partido” pero Daniel Burman, esta vez más autocomplaciente, sigue (algunas veces) de cerca las premisas de su mejor película manteniendo el punto de vista masculino.
Ahora las relaciones paterno-filiales son por partida doble entre el protagonista, un abogado que ha heredado la profesión por parte de su progenitor, con su padre y a la vez con su hijo, interpretado por el propio hijo del director, de apenas dos años y eje central de la historia.
Sigue teniendo frescura en los diálogos y la narración reforzada con un humor puntual y eficiente, aunque el personaje de la esposa es una simple caricatura sin apenas protagonismo destinada a ser un mero engarce entre los eventos que se suceden.
Pese a que gana mucho en su recta final y previamente todo ha fluido de manera entrañable y agradable evitando contra pronóstico lo sensiblero, a pocos estas aventuras paternales “de derecho” de Ariel (esta vez Perelman) las encontrará superiores a las de Makaroff.
Cosas del derecho, del registro y haber sido parida tres añitos antes.
Ahora las relaciones paterno-filiales son por partida doble entre el protagonista, un abogado que ha heredado la profesión por parte de su progenitor, con su padre y a la vez con su hijo, interpretado por el propio hijo del director, de apenas dos años y eje central de la historia.
Sigue teniendo frescura en los diálogos y la narración reforzada con un humor puntual y eficiente, aunque el personaje de la esposa es una simple caricatura sin apenas protagonismo destinada a ser un mero engarce entre los eventos que se suceden.
Pese a que gana mucho en su recta final y previamente todo ha fluido de manera entrañable y agradable evitando contra pronóstico lo sensiblero, a pocos estas aventuras paternales “de derecho” de Ariel (esta vez Perelman) las encontrará superiores a las de Makaroff.
Cosas del derecho, del registro y haber sido parida tres añitos antes.