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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
6
Thriller. Intriga. Drama Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2010
18 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
«El también corrió veloz hacia el final del tren y vio como era toda su figura, que hasta ayer era gigantesca, se achicaba en el andén hasta quedar pequeña a sus ojos pero cada vez más grande en su corazón.»
Ideas sin salida arrugadas en papel. Recuerdos esbozados en lo borroso y borrado. La ruptura como final imposible y posible. Es boceto que cobra vida como parte de un pasado sin presente en dos manos en cada lado del cristal.

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Y en los carteles de la película de Juan José Campanella reza:

«Un crimen sin resolver. Una historia de amor. Un final sin escribir.

Un crimen sin castigo. Un amor en estado puro. Una historia que no debe morir.

Un crimen. Un misterio. Un amor. El secreto de sus vidas está a punto de estallar.»

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Y la voz del pueblo avecina vientos de amor, vientos de gracias, vientos de poesía infundada en emociones y lágrimas, vientos de agua.

«Es una película muy bonita» me dice todo el mundo.

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¿Y qué digo yo ante tanta obviedad?
Simplemente que al “El secreto de sus ojos”, en mi opinión, le pierde su obviedad. Simple y obvio. Obvio como una mirada en una foto, como una puerta que se abre y se cierra, como una letra que falla en una máquina de escribir y en una palabra que se hacen dos. Bella metáfora del amor en su vertiente de nexo y su antítesis: la soledad. Pero esa obviedad en el drama romántico y la trama principal que da forma al thriller queda tapada por el nivel técnico, que nos regalan un excelente plano secuencia; en la puesta en escena documentos e informes que cubren dos de los tres tercios como si la justicia y el trabajo redujesen a esos personajes al mínimo. A ese achique que contradictoriamente agranda nuestros corazones.

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Posiblemente el secreto está en seguir los pasos previos del propio director; si lo anterior estaba inflado y sobrevalorado. Lo que es mejor y superior, como “El secreto de sus ojos”, también y en mayor medida.
«Lo único que nos quedan son recuerdos» nos repiten varias veces. De “El secreto de sus ojos” quedarán momentos hundidos en la recurrencia. El pasado debe permanecer enterrado pero Campanella desea revolver entre los muertos, entre el amor enterrado y sume (de sumisión) la propuesta a la obviedad. Ya lo dice todo en los títulos de los carteles: crimen, amor, escribir, morir y estallar. Como se dice en la propia película «Una pasión es una pasión. […] no puede cambiar... de pasión». Campanella, fiel a si mismo, juega lo de siempre. Dulce de leche entre intriga a granel y con pocas elecciones narrativas.

Dos sorpresas entre tanta obviedad: el primer plano de un pene con Oscar: deseo cumplido. La segunda, incumplida, en vez de TEMO y su resolución yo me esperaba algo a des-en-tono y soez para evitar tanta azúcar, almíbar, cursilería, obviedad como un TE-LA-MAMO. Mamados y mojados, desde luego, quedamos todos.
Maldito Bastardo
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