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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
4
Thriller. Fantástico. Terror En 1921, después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), una escéptica mujer viaja hasta un internado para investigar una aparente posesión. Justo cuando cree que ha desacreditado la teoría del espíritu maligno, tendrá un espectral encuentro que desafiará todas sus creencias racionales. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2012
22 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé por qué en vez de “La maldición de Rookford” siempre me refiero a esta película como “La maldición de Roquefort”. ¿Será porque huele mal? Perdón, huele fatal. El argumento es prácticamente el mismo que “Luces rojas” de Rodrigo Cortés pero con casi un siglo de retraso menstrual y cambiando los pitos por potorros. Que si no creo, que si desenmascaro, que si no creo, que si llego y sigo sin creer, que si se refleja en el pomo de la puerta mi mano y salto, que si me asomo a la ventana y me levantan la falda por detrás, que el operador de sonido está de ¡subidón!, que si puede que empiece a creer, que si pongo a jugar con los pre-clips de playmobil y me trollean, que si me quiero bañar con las bragas puestas… que sí, que sí, que sí… que tanto que sí… que todo acaba oliendo a que-so. O sea, a Roquefort. El chiste es malo, pero al menos es más original que la película.

Es tiempo de fantasmas y aferrarse a los perdidos… y con una premisa interesante se llega a un colegio con niños y el fantasma de uno de ellos. La casa de muñecas actúa como un organizador de los sucesos y el reto de la no creyente es empezar a creer. A Bran Stark le va mejor en Invernalia y McNulty de “The Wire” enseña culo y cicatriz. Rebecca Hall tiene clase y porte para interpretar a un personaje fuerte y con carácter. También talento, aunque le toque lidiar con una historia condenada a giros y tirabuzones en su recta final. “La maldición de Roquefort” da el tufillo según empiezas a cortarla en lonchas y acercarla al paladar. Es cierto que un personaje así es bastante inédito en el subgénero de ‘casas encantadas y fantasmas’ y que el filme tiene buena factura, pero el ritual de subidas de escaleras, puertas entreabiertas y apariciones por (y como) el culo es recurrente y obvio.

Los magos suelen utilizar una frase comodín. Cuando pillaron a Anthony Blake, con El Gordo y el Enano dijo lo siguiente: «La gente sabe cuál es mi profesión. No vivo de lo que yo hago. Vivo de lo que tú ves». Si alguien empieza a ver una película como “La maldición de Roquefort” sabe que va a ser ‘engañado’ con un truco final. Bueno, a nadie le gusta que le engañen con un enano, pero si el truco es bueno y merece la pena aplaudirá… Podrá valorar si huele mucho, poco, si la textura es correcta o deja un buen o mal sabor de boca. El problema es que el Roquefort canta bastante y deja mal aliento… hasta en la boca de los fantasmas, pero misteriosamente aquí deja un regusto final.
Maldito Bastardo
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