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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
7
Drama. Romance Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
2 de mayo de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas películas se definen en sí mismas en un plano: las fotografías fragmentadas, destrozadas por el odio del olvido, rotas en cuerpo y alma como un extraño y al mismo bello puzle que recomponer. Los abrazos rotos de esa otra realidad que plasmaron. En sí misma esa imagen es la película de Pedro Almodóvar: un tour de force compuesto por innumerables secuencias, episodios independientes, errores y rasgados, fugas hacía la rotura del cine y el odio de una fuerza que pretender descomponerlas más. El director de una de las mejores cintas jamás realizadas en este país desde los ochenta, “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”, es odiado por su propio gremio. Los guionistas siempre ponen algún ejemplo almodovariano como aquello que jamás debe hacerse, como la parca de la profesión… aunque sea el represente extranjero en todos los premios mayores y, después de insultarle, paguen los anuncios en prensa felicitándole.

La irregularidad de la cinta es en sí su mayor virtud: pequeñas piezas descompuestas de melodrama, tijeretazos de noir, otras aparentemente fuera del conjunto con una comedia loca a la antigua usanza almodovoriana, la lucha interna del seudónimo de un artista que ha olvidado su pasado e incluso la incursión de un proyecto dentro de otro: ‘Dona Sangre’. Vampírica historia que va formando junto a todas un mosaico de misterio y pasión. Narcisista y ampliamente irregular “Los abrazos rotos” pone en relieve a un cineasta que cabalga entre Sirk y Malle, que cita a sus referencias torpemente como resquebrajo de un imperfecto e impelido guión. Pero todos esos fragmentos rotos ponen en evidencia un conjunto mucho mayor por sinceridad y talento.

Tal vez el subconsciente de Almodóvar haya mutilado su propia obra para dejarnos entrever las posibilidades de esa gran película que oculta llamada “Chicas y maletas” a la espera de un final cut hecho, aunque sea, a ciegas.
Maldito Bastardo
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