¿En el fondo no nos comportamos como insectos?
¿Cómo acabamos con lo que llamamos ‘plagas’?
¿No seríamos insectos para otros seres superiores?
¿No sería la mejor manera de exterminarnos?
¿Entre un culo peludo animal o humano, qué elegirías?

Joe Dante se sabe la lección: el terror actual se encuentra enterrado en nuestra realidad social y mundial sin necesidad de recurrir a asesinos en series pesados, fantasmas rencorosos, invasiones alienígenas a golpe de rayo exterminador o monstruos gritones deformes y amenazantes en busca de víctimas.

Y acertó de lleno con su anterior capítulo para la serie, “Homecoming”, con una sátira política que buscaba el humor, directa como un zarpazo de un zombi y sin ningún tipo de concesiones apartándose de la metáfora y el subtexto.
Puede que funcionase por la asociación de ideas como pasase con “La noche de los muertos vivientes”: aparte de convertirse en objeto de culto, gracias a la sesión de medianoche, en la cinta de Romero estaban implícitas las cicatrices posteriores a la guerra de Vietnam, el racismo y la autodestrucción de la sociedad y la familia.

Ahora Dante deja en la recámara su ataque anterior a la política del tito Bush y trata de temas políticos y sociales actuales: la violencia de género, el fanatismo religioso, la caja tonta y el otro lado violento del sexo.
Sam Hamm, que ya escribió el guión de su anterior episodio, centra el punto de vista del caos, que se apodera de la sociedad mundial por un virus imparable que provoca la violencia incontrolada sobre las mujeres, a una familia que no permanece ajena a esta amenaza.

Aunque su guión no sea definitivo y esta vez lo directo no funciona tan bien como lo sutil en “The Screwfly Solution” hay numerosos detalles interesantes: no resulta previsible y no existen concesiones con sus personajes tejiendo un panorama mundial desesperanzador.
De lo más interesante de esta segunda temporada.