Humana, demasiada humana. Jejejeje, lo digo y siento repulsión por mí mismo. Según las teorías filosóficas gestionadas desde Tlon, Uqbar y Orbis Tertius la desviación moral de un hombre a juicio del colectivo no constituye tal calidad, en la medida que la sociedad tiene una relación absorbente con el individuo, es decir, este último se licua haciendo de un descorche subjetivo una visión de la realidad global superviviente en la generalidad, lo dicen académicos, almas que son hipocresía en la intimidad. Pero dejo de lado los argumentos filosóficos que presumo no válidos, solo fui un reproductor. Me convoco aquí, por manía de hablar de cine. En esencia, la historia no tiene mayor pretensión que la de decirse la verdad a sí misma, de dar cabida a situaciones que nacieron en el seno del insuperable Marques. Recuerdo que hace poco discutía, con varios amigos el calificativo que se le da a la filosofía del Marques, individuo de modales intachables, quien gesto en función de su intelecto auténticas eyaculaciones mentales, y donde estuvimos de acuerdo en aceptar que el éxito del Marques se debe en gran medida a que su filosofía se consideró maldita, posteriormente fue censurada hasta la penosa actitud de hoy, en la que se ponen en boca del Marques palabras que no dijo, donde además tergiversan la virtud del Marques, no me quejo, si paso con Baudelaire. Ahora, como la proliferación no se ejerce en función del marco de lo socialmente aceptado, procurarse la censura es el salto al estrellato, falta considerar que podría censurarse hoy día, con una sociedad menos ingenua que la de aquel chispazo histórico.

Aun hoy día, teniendo familia, hermanos y niñas que cuidar no actuó con el proselitismo propio de la hipocresía pagana, le diré a mis nietos que la escena final es pintoresca, una sala donde brilla el color de las almohadas y la muerte esta tan lejos de esta felicidad tan efímera, es un alivio que suene música clásica, el escenario que humaniza todo acto atroz y donde las ganas de bailar reviven una emoción tan antigua como la hipocresía.