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España España · Valencia
Voto de Talladal:
7
Cine negro. Thriller. Intriga La vida de Al Roberts, un pianista de Nueva York, se convierte en una pesadilla cuando decide hacer auto-stop para buscar a su novia que vive en Los Ángeles. Lo que Roberts no puede imaginar, es que su periplo se verá envuelto en una serie de problemáticos acontecimientos que acabarán arrastrándolo a una situación límite. (FILMAFFINITY)
17 de abril de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El férreo destino, al final, lo gobierna todo. Muchas veces creemos que elegimos y gobernamos nuestras vidas, pero estamos equivocados, ya que, como en esas pesadillas en que hay un mal prefijado al que sucumbimos paulatina y fatalmente, las desgracias nunca vienen solas. En tales casos las casualidades se tornan causalidades en un diseño cósmico que nos abruma con su colosal horror. En estos momentos es cuando nos sorprendemos pellizcándonos por si habitamos en un sueño. El desvío a la desgracia es el sino del ser humano. Condenados a desear, jamás cumpliremos nuestros deseos más anhelados, como el autoestopista que se expone a que el fortuito encuentro le separe de su destino. La muerte es la parada final y su aciaga presencia clandestina brinda cínicamente el fruto envenenado de una ilusoria felicidad, tanto más amable como desgarrador será el desvanecimiento de la apariencia. La escasez de dinero, potencialidad pura, libertad concentrada, se empleará en repetidas ocasiones para intensificar la claustrofobia. El sísifo autoestopista escoge lo que la muerte le dicta en sucesivos actos de falsa libertad. Primero eligirá no ser libre para ser otro hombre. Después decidirá unir su destino a la femme fatale, embajadora de la muerte y la necesidad. La historia se nos cuenta con la artificiosa libertad del relato, donde es tan fácil encubrir la causalidad con el libre albedrío y, ante la desmesura de las funestas desdichas, se llega a desconfiar de tanta mala suerte, y a pensar si no será todo la mera racionalización de la coartada de un autoestopista asesino que podríamos ser cualquiera de nosotros.
Talladal
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