1987. Mickey Rourke es el chico de moda en Hollywood, aúna carisma y sex appel a partes iguales y se le augura un futuro de los de marcar una época, Robert de Niro es ya de hace tiempo el monstruo que todos conocemos y con Brando semiretirado, es el posiblemente el mejor actor del mundo, sin duda en esa época elegía mejor sus proyectos y era mucho más selectivo que en la actualidad, en la que tiene el síndrome actor compulsivo aceptoloquemellegue, al más puro estilo de su amigo Harvey Keitel. Alan Parker era un director autor, pero que también sabia parir éxitos comerciales, lo que significa que disponía de grandes presupuestos para sus películas y una cierta libertad creativa.

¿Que podía fallar? ¿Por que esta película fue un semi fracaso en su momento? Como en el caso de Blade Runner, fue un film adelantado a su tiempo, o al menos, demasiado sorprendente, sórdido y fuerte para su tiempo. Aquí tenemos un coctel en el que no faltan, iconos satánicos, rituales de vudú, referencias religiosas, escenas de sexo duro (duro para el publico estadounidense), asesinatos brutales, y todo dentro de una historia negra y sórdida como pocas, llena de simbolismos y acertijos. Los escenarios, el Harlem y Brooklyn neoyorquinos de los 50, Louisiana y Nueva Orleans. Película densa, hipnótica, que se beneficia enormemente de un gran guión (basado en un buen libro), diseño de producción colosal, fotografía inmensa, música de jazz muy acorde con el tema y el fondo del film y unas actuaciones de las que no se olvidan. Solo el apresurado y demasiado evidente final, que muestra más de lo que debería, le quita el sobresaliente para dejarlo en notable alto.