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Voto de Saco de mierda:
6
Romance. Drama Elizabeth (Norah Jones) es una joven que comienza un viaje espiritual a través de América en un intento de recomponer su vida tras una ruptura. En el camino, enmarcada entre el mágico paisaje urbano de Nueva York y las espectaculares vistas de la legendaria Ruta 66, la joven se encontrará con una serie de enigmáticos personajes que le ayudarán en su viaje. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2008
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, bueno, no empecemos a tirar cohetes.

Veo a la gente que ha escrito aquí un tanto polarizada, no hay términos medios. A todos se les hincha la boca con aquello de "¡¡¡Obra maestra, obra maestra, gran genio, ohh!!", quizá porque los que la han visto antes de su estreno en España son entusiastas del director.
Pues bien, lo siento pero no llega a tanto. Esperaba más de ella, aunque no decepciona a los amantes del cine oriental.

En general, se nota demasiado que los actores occidentales hacen de orientales. O, dicho de otra forma, que Wong Kar-Wai intenta occidentalizar una historia oriental, con la confusión que eso produce, ya que cada tipo de cine tiene sus formas, sus ritmos, y sus simbolismos, y el espectador los acepta a priori, ya sea consciente o inconscientemente.

Se trata de una película sobre el fin del amor, las relaciones acabadas, y cómo intentamos mantener abiertas las puertas de un pasado mejor, por el miedo a cerrarlas y seguir adelante por nuevos terrenos, prefiriendo muchas veces lo malo conocido que lo bueno por conocer. También de la actitud frente a esta situación.

De nuevo el director nos muestra personajes atormentados por el amor, destrozados, alcohólicos y recelosos de su propio futuro. Cada personaje representa a mi modo de ver una actitud o un momento diferenciado en la etapa de ruptura o fin de una relación: Natalie Portman la desconfianza; David Strathairn (está impresionante aquí) la negación de la ruptura, aferrándose al pasado; Rachel Weisz los remordimientos; Norah Jones la incertidumbre frente a la nueva libertad, la búsqueda de una camino, y Jude Law la posibilidad, el futuro.

La película tiene mucho simbolismo presente (las llaves, las puertas que se cierran y se abren, etc), y unos diálogos con muchas metáforas, con intenciones de ser trascendentes, algo que en boca de actores occidentales puede quedar en algunos momentos un poco pedante o extraño, al no tener el respaldo del halo místico que solemos situar sobre los orientales.

A éstos con frecuencia les asociamos inconscientemente algunos espectadores un mundo interior que provoca que adores este tipo de películas, o que las odies si no lo haces.
A mí la verdad es que no me me ha molestado. Es más, lo agradezco.
Sin embargo, estoy seguro de que si los actores hubiesen sido orientales, la película habría ganado muchísimo.

Por lo demás, gustará a los incondicionales de Wong Kar-Wai, tiene claramente estampado su sello por donde quiera que mires.
Saco de mierda
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