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España España · Oviedo
Voto de Gould:
6
Terror Un violinista de la Ópera de París (Claude Rains), locamente enamorado de Christine Dubois (Susanna Foster), una joven aspirante a soprano, es despedido porque su mano izquierda ya no es tan hábil como antes. Solo y sin dinero, después de haberlo gastado todo en pagar -sin que ella lo sepa- las lecciones de canto de Christine, decide publicar un concierto con el fin de completar la instrucción de la soprano y de hacerse famoso. Pero, a ... [+]
17 de enero de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No deja de tener interés esta adaptación de la trágica y triste historia escrita por Gaston Leroux, varias veces llevada al cine. Pese a que gran parte de la filmografía del director norteamericano Arthur Lubin sea totalmente olvidable, cuenta con unos pocos títulos de interés, entre los que destaca la magnífica “Pasos en la niebla” (1955) esa desconocida joya del cine de terror victoriano interpretada por Stewart Granger y Jean Simmons que continua con los parámetros estéticos de esta. El arranque de la escena inicial nos recuerda un poco al inicio de “Senso” (1954) de Visconti y nos muestra, sin una sola palabra, dos triángulos amorosos sin mayor importancia en la trama de esta trasparente película de misterio sin misterio, en tonos pastel rozando el kitsch, con un estilo suntuoso basado en bellos decorados –reutilizados de la versión de 1925 de Rupert Julian con Lon Chaney- y una gran ambientación enmarcada en una nítida fotografía en chirriante tecnicolor de William Howard Greene y Hal Mohr premiada con un Oscar. De hecho lo más destacado de esta propuesta es justamente la opción estética, en las antípodas del expresionismo, y donde la textura de la película y no el suspense, inexistente, se convierte en el valor más atrayente de la misma. Por otro lado, y tal vez sea lo más discutible, Lubin introduce algunas excentricidades como los elementos humorísticos de la pareja de pretendientes –el barítono y policía- o la rocambolesca presencia de un Franz Liszt recién salido del museo de cera, por no hablar del abuso de las escenas de ópera - un azucarado pasticcio de temas chopinianos-sin mayor sentido que el de lucir a la bella Sussanna Foster. Claude Rains, como fantasma de perfecta y musical dicción, aporta un mayor valor a este film tan equilibrado en sus virtudes como en sus vicios y no apto para todos los paladares.
Gould
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