Escrita, producida y dirigida por Nunnally Johnson, el relato se articula a través de la voz en off del productor teatral Peter Denver –interpretado con las habituales dosis de contenida sensatez por Van Heflin- quien por su estúpida bondad se verá envuelto en un lio de tomo y lomo en el que todo indica que ha cometido el asesinato de una aspirante a escritora, en esta película que empieza como el relato mundano del mundillo teatral de Broadway y acaba en una película de cine negro con falso culpable. Anodina y epidérmica como casi todas las producciones de Johnson se deja ver como escaparate de viejas glorias ya maduritas en brillante cinemascope –Ginger Rogers, George Raft, Gene Tierney o el propio Heflin-. La niña prodigio Peggy Ann Gardner –soberbia en la obra maestra de Elia Kazan “A tree grows in Brooklyn” (1945, Lazos humanos)- demuestra que, salvo excepciones, la mayoría de estos actores precoces no consiguen dar continuidad de adultos a sus fulgurantes carreras iniciales. Entretenidilla sin más.