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España España · Oviedo
Voto de Gould:
7
Drama Ryoata, un arquitecto obsesionado por el éxito profesional, vive felizmente con su esposa y su hijo de seis años; pero su mundo se viene abajo cuando los responsables del hospital donde nació su hijo le comunican que, debido a una confusión, el niño fue cambiado por otro. (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera escena, una entrevista para matricular al hijo en un colegio de élite, nos deja bien claro cuál es el armazón argumental de esta película, en la que un acomodado padre, muy estricto y disciplinado con la educación de su hijo y cuyo futuro está trazado con tiralíneas mediante un plan perfectamente preestablecido y rígido que conlleve futuros éxitos profesionales - “Si pierdes un día tardarás tres en recuperarlo”- verá como un suceso totalmente inesperado cambiará radicalmente todos sus planes cuando sepa que su hijo fue intercambiado al nacer. Ello trastocará su mundo y le permitirá conocer a la otra familia, que tiene a su verdadero hijo, de clase social, hábitos y comportamiento totalmente opuestos.

Koreeda muestra las diferencias sociales, los diferentes mundos y visiones de la educación. Es cierto que incide de manera un poco tosca en las diferencias entre las dos familias y que toma claramente partido por una de ellas, pero también es cierto que muestra con enorme inteligencia y gran capacidad de observación la transformación que se va operando en el personaje de Ryota –buen trabajo de Masaharu Fukuyama- y sobre todo la actitud en segundo plano de las mujeres, observadoras y espectadoras, más preocupadas por el sufrimiento de los niños y que resuelven de modo natural lo que ellos no saben solucionar.

En Koreeda hay, a veces, una tendencia hacia un sentimentalismo al límite de lo soportable -grosero en el caso de su película “Nuestra hermana pequeña” (2015)- y aunque la resolución dramática pueda ser discutible, qué duda cabe que nos encontramos ante un drama muy logrado, contenido, de planificación minimalista y ligerísimos subrayados musicales, llevado con mano maestra a través de un tempo de “andante moderato” que no decae en ningún momento. Soberbias actuaciones –marca de la casa- en especial del niño Keita Nimoniya. Buena.
Gould
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