O la irrupción de un soplo de aire fresco en las frías, apolilladas y polvorientas estancias de Oxford. Un bofetón en los acartonados y decrépitos rostros de ese conjunto de sabios apartados del mundo exterior que examinan su interior, con resultados más que discutibles (a mi parecer, claro). Al fin y al cabo, su justificación del sufrimiento data de siglos atrás.

Irreprochable técnica e interpretativamente. Dirección sosegada y de exquisito gusto, con una plasmación fidedigna de los círculos intelectuales y con unos actores soberbios: Magnífico Hopkins y excelente Debra Winger. Un cuidado guión, una música acorde a la historia y sin estridencias. Todo muy pulcro y profesional.

¿Qué falla entonces? Dos cosas:

- Todo lo que debíamos saber sobre los personajes, se termina de contar a falta de media hora del fin. Lo peor es que en esos últimos 30 minutos se destruye la magia construida en los 100 anteriores, explicitando la tensión emocional que ya estaba implícita a lo largo de toda la relación entre los protagonistas. La sensación de pérdida en "Lo que queda del día" está más conseguida.

- Emoción. Que no emotividad. La escena de la boda inicial ejemplifica bien la forma tan gélida en que los personajes se relacionan. No hay lazos afectivos. Demasiado maquinal. ¿Representación veraz? Puede, pero a mí no me llega.

Adulta, con clase y oficio. Lástima de contención. Lo de tirarse pedos hacia dentro jode cualquier película.