Se trata de una película de ciencia ficción suscrita al subgénero cyberpunk. Con guión de William Gibson, la historia gira en torno a Johnny (Keanu Reeves), un mensajero de información al que le inyectan en la cabeza unos datos de incalculable valor que despiertan el interés de poderosos enemigos.

Coincido con la mayoría en que no se explotan demasiado las posibilidades del argumento; la película opta por la acción frenética - abundan las peleas y persecuciones - y se profundiza poco en ese mundo del futuro. Aún así la ambientación es curiosa y los efectos especiales no están mal, con lo que el film es entretenido.

Por la parte negativa, creo que el guión debería haberse pulido mucho más, algunas de las situaciones parecen que pasan porque sí, y cuanto más avanza la trama más ridículos resultan algunos detalles. Las escenas de acción tampoco están rodadas demasiado bien en mi opinión - nada que ver con Matrix -, y en cuanto a los actores... bueno, a mí Keanu Reeves me cae bien, pero aquí está horrible. Se pasa todo el metraje enfadado, que en su caso consiste en tratar de fruncir el ceño y hablar raro, con un tono de voz muy alto y alargando las sílabas. Sé que le critican mucho por parecer inexpresivo, pero es que así es como mejor está. Memorable la escena en que se sube a un montículo y lanza una disertación sobre lo mucho que echa de menos su antigua vida. Ni Laurence Oliver recitando a Shakespeare, oigan.

Los demás actores lo hacen un poquito mejor. Dina Meyer se esfuerza bastante, Ice-T si no recuerdo mal interpreta al jefe de los rebeldes... Hay un personaje memorable que es una especie de cura del futuro, un asesino profeta con fuerza sobrehumana. Hacia al final aparece un delfín dotado de poderes letales que se lleva de calle la película. Los delfines son el futuro de la ciencia ficción.

En resumen, diría que se puede visionar como curiosidad, a quien le interese observar cómo se veía en 1995 el tema de Internet y las redes. Como digo es entretenida pero tampoco la recomiendo.