Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Adri:
7
Thriller. Intriga Ambientada en el mundo de la psicofarmacología, ciencia que estudia cómo afectan las drogas a la mente humana. Emily (Rooney Mara) es una joven que se vuelve adicta a un nuevo medicamento que le receta su psiquiatra (Jude Law) para que pueda controlar su ansiedad ante la inminente salida de la cárcel de su marido (Channing Tatum). (FILMAFFINITY)
5 de abril de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más curioso de Steven Soderbergh no es que haya anunciado varias veces su retirada del cine aduciendo su desencanto con la industria de Hollywood para, luego, volver, no con una, sino con varias películas más (lo hizo justo al acabar Contagio e Indomable en el 2011) sino que lo más curioso es que se trata de uno de los directores norteamericanos más prolíficos en activo, con más de 25 películas en su haber y, pese a varios estilemas formales que se repiten constantemente —esos encuadres a la altura de la cintura, ese exceso de planos de todas las Ocean's o ese calculado aspecto formal con una fotografía cuidada al milímetro— es muy difícil trazar líneas temáticas en su filmografía.

Como un funambulista sobre la cuerda que separa a lo comercial de lo independiente, Soderbergh prácticamente ha cambiado de género y de temática en cada uno de sus filmes. Siempre se alaba (y con razón) a directores capaces de dejar una impronta personal en todos sus trabajos pero poco se ensalza a cineastas como Soderbergh o Michael Winterbottom que son capaces de mutar, artísticamente hablando, en cada uno de sus trabajos para amoldarse al tipo de filme que están realizando.

En esta ocasión, el director de Sexo, mentiras y cintas de vídeo, nos presenta una historia de intriga centrada en el mundo de la psiquiatría y la psicofarmacología. Emily, interpretada por la cada vez más solvente Rooney Mara, entra en una profunda depresión cuando su novio (Channing Tatum) regresa a casa después de haber pasado unos años en la cárcel. Después de varias visitas con su psiquiatra personal (Jude Law), accede a tomar un nuevo medicamento que éste le receta y que desencadenará una serie de misteriosos sucesos de ambiguo devenir.
Soderbergh juega a lo largo del filme con el "falso culpable" de Hitchcock y con las "falsas apariencias" de De Palma para crear una trama que funciona a modo de espejismo cognitivo. “La cámara miente siempre, miente 24 veces por segundo” decía De Palma, una frase que podría aplicarse a Efectos Secundarios, no tanto a nivel visual con el uso de los trampantojos o efectos ópticos que utilizaba el director de Vestida para matar, sino a nivel argumental. Soderbergh teje una telaraña de mentiras en la que tanto los personajes como el espectador creen saber la verdad hasta que se revela un nuevo dato que rebate por completo todo lo visto anteriormente. Una historia con numerosas trampas argumentales que se repliega en sí misma y que se impregna, en sus mejores momentos, de aquél misterio que sobrevolaba en las películas del maestro del suspense pero que, a medida que el espectador va descubriendo el funcionamiento del filme, todas esas ideas y esa atmósfera conseguida en la primera hora van perdiendo fuerza para acabar en un desenlace un tanto descafeinado.

El problema de Efectos Secundarios reside en que, si bien funciona en sus primeros dos tercios como (digna) emulación de estilos y fórmulas de genios ya consagrados, en el último, esa fórmula se desgasta por completo dejando a la luz las vergüenzas de Soderbergh que, como acertadamente escribió Óscar Navales en su crítica de The Girlfriend Experience para la revista on-line Transit: cine y otros desvíos, se podrían resumir en que su estilo "refleja antes una pose artística que una actitud creativa honestamente asumida".

Salvando este síntoma idiosincrásico del cine de Soderbergh, el director nos brinda un notable filme de suspense que empieza y acaba con unos planos muy parecidos a los de Roman Polanski en La semilla del diablo para coger al espectador, como si de un quimérico inquilino de Rosemary se tratase, y manipularlo una y otra vez y acabar, muy dignamente, su carrera cinematográfica (o no…).


Adrián Peña (@thebigkahuna3)
http://bigkahuna3.blogspot.com.es/
Adri
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow