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Voto de Néstor Juez:
6
Drama Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos. Una serie de encuentros inesperados revelan poco a poco más de su pasado. (FILMAFFINITY)
27 de marzo de 2024
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mayores sorpresas de la edición del 2023 de Cannes fue el triunfal regreso de Wim Wenders. No me malinterpreten, el veterano realizador alemán se ha mantenido activo desde hace casi medio siglo, pero hacía una década que no recibía un aplauso crítico de esta dimensión. Lo ha conseguido con esta producción japonesa, candidata para los Óscar por el país nipón: Perfect days, protagonizada por un Kōji Yakusho que se hizo con el premio a Mejor actor en el prestigioso certamen galo. Un sutil, sereno y emocionante relato de cámara estructurada en torno a dos filosofías muy positivas expuestas con meridiana convicción y claridad: en primer lugar, la vivencia atenta y centrada de un único momento, por banal que este sea, es suficiente para la plenitud; y en segundo lugar, que la felicidad no se debe a la situación de la persona, sino a la actitud con la que esta afronta la existencia. La mera exposición de un ideario tan acertado (y, sorprendentemente, tan poco claro aún para tanta gente a estas alturas) es por sí sola un motivo de peso para que la existencia de este largometraje sea una buena noticia. Su sensibilidad y delicadeza es encomiable, así como la sabiduría de su actitud ante la vida o la interpretación de un Yakusho estelar. Hay secuencias de solidaridad y empatía ingeniosas y cálidas, así como una manera velada y poética de sugerir un pasado doloroso en otros estamentos sociales por parte del protagonista. Pero nada de todo esto nubla que nos encontramos ante una película repetitiva, que se complace en su propio discurso y enfatiza sus objetivos emocionales fuera de cualquier duda, que reincide con la sonrisa en la ternura y se reviste de un tono muy blando para embellecer situaciones que pule de aristas. Sin entrar en la maniobra un tanto efectista, cuando no obvia, de usar canciones en inglés para declamar directamente en paralelo el estado emocional del protagonista. Buen filme, sin duda, pero también bastante evidente.
Néstor Juez
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