La humanidad lleva tiempo realizando exploraciones interplanetarias y terraformaciones, el teniente Kane Sommerville (Daniel MacPherson) es un oficial de infraestructuras que opera en la estación espacial Exor, que orbita sobre un planeta desértico poblado por convictos terrestres devenidos en colonos, que hacen de cobayas y presas de una espeluznante criatura usada para exterminar las especies autóctonas. Cuando éstas escapen al control de la Flotilla y la destrucción sea inminente, se apresurará a rescatar a su hija Indiana (Teagan Croft) de la capital, para lo que necesitará de la ayuda de Sy Lombrok (Kellan Lutz), colono y antiguo enfermero en la Tierra. Una space opera de cárceles en otros planetas, bestias alienígenas, batallas de aeronaves y asociaciones forzadas entre indeseables, héroes presos y militares. Una película que, no lo neguemos, saca máximo partido a un presupuesto exiguo, ofreciendo un diseño de producción aceptable y algunos planos hermosos. Tiene un guión ambicioso, de ciencia ficción a la antigua usanza, que juega con flashbacks y cierre circular y es fácil, en última instancia, de comprender en su totalidad. en el que no dejan de pasar cosas. Por ello mismo, aún siendo incapaz de entretener, no aburre. Y cualquier amante del cine fantástico y de ciencia ficción, explosiones, tiros y mundos nuevos, encontrará aquí algo a lo que agarrarse.

La manera que Abbess tiene de concebir tensión y ritmo narrativo, a la vez que su edición estilo trailer y de la incesante verborrea técnica y continua sucesión de escenarios variados, hacen que a pesar de prestar atención nunca sabemos bien quiénes son estos personajes que nadie nos presenta, qué hacen, qué pretenden o qué dicen. Ruido visual, que no esconde unas interpretaciones dignas de choteo, una banda sonora deplorable y una realización carente de cualquier interés, que fuerza al espectador a sufrir una absurda estructura en capítulos, introducidos con sus respectivas risibles cartelas. Ya cuando la película es un continuo diálogo raudo pero carente de peso dramático o interés entre gentes guapas de nulo carisma o capacidad de resultar simpáticas, es una mediocridad incapaz de sacarnos de la indiferencia. Cuando se transforma en película de acción, es directamente repugnante. Montada a ritmo de plano por segundo para dar sensación de frenesí, somos incapaces de ver realmente nada entre planos en mano y ocultamientos de criaturas por bajo presupuesto. Pues esa tortuga gigante costrosa que es la gran amenaza de la película es igualmente deplorable. En definitiva, si en años anteriores se optó por arrojar bellotas a nosotros, los cerdos del fantástico, en esta ocasión se conformaron con llenar el cubo con pienso de gallina, heno planetario.

En resumidas cuentas, la peor presentación de una muestra a la que he asistido con diferencia. Pero esto no será suficiente para matar nuestro entusiasmo, y observando el interesante avance de programación no podemos sino esperar ansiosos que nos acrediten para disfrutar de pleno de cuatro días del cine fantástico más fresco.