Una de las películas más desconcertantes, salvajes y entretenidas que he visto en los últimos tiempos. Vaya por delante que a mi el cine de vampiros, hombres lobo, fantasmas y demás criaturas sobrenaturales, (no vale citar a Julián Muñoz), nunca ha sido santo de mi devoción. Pero he aquí que cuando vi esta película no pude menos que quedarme perplejo y a la vez encantado, con tanto surrealismo y cruce de secuencias.
Lo que empieza como una película más de tiros, coches en la carretera, cerveza a gogó y malos muy malos, se convierte pronto en un espectaculo repleto de sangre y criaturas maléficas, (exceptuando a la hermosa Salma Hayek), dispuestas a chuparle la sangre hasta al mismísimo espectador si éste se deja.
Respecto al reparto, el guaperas Clooney cuelga la bata y demuestra que a parte de poner inyecciones, sabe darle al gatillo, junto al buen Harvey Keitel y el excéntrico Tarantino.
Una de las escenas que más me "impactaron", fue la de cuando los protagonistas, asediados por los vampiros, se refugian en una bodega y, al más puro estilo Equipo A, se preparan para hacer frente a los feos bicharracos, con unas armas que ya quisiera el señor Bush para si. Y es que ni Hannibal y sus chicos no lo hubieran hecho mejor. O quizá si, aunque con "menos sangre".