Humor de tetas y culos con la voz exagerada del señor Fernández, ocupado del doblaje justo cuando estaba en pleno apogeo de éxito televisivo.

La primera parte, que pasó por este lado del Atlántico con algo más de pena que de gloria quedó sepultada bajo esta. Esta, con su doblaje tenía algo que no tenía la otra, y era el carisma de Fernández, pero esta segunda, adolecía de algo que rebosaba en la primera: gracia. Cosa fundamental en una comedia. Que vale que con esta también me reí, pero supongo que todo me resultaba exponencialmente más exagerado, y esto fue su perdición.

Me da la impresión de que la traducción en esta es mucho más libre, lo que hace que Myers y su personaje, el señor Powers pierdan parte de su sustancia humorística propia. Se ha cambiado ese humor chabacano de Hollywood por el humor chabacano más castizo. Ojo, que uno no es peor que el otro, pero meter a uno dentro del otro no da buen resultado.

Que bueno, que no está tan mal. Simplemente digo que se queda lejos de la primera, que es realmente una gran película para disfrutar. Esta es una imitación exagerada hasta el límite. Si hubiesen seguido los dobladores de la primera, probablemente La espía que me achuchó ganaría mucho.