Menuda cochambre de historia. El pánfilo que quiere ser el heroe de su hijo (¡Qué monitoooo!), el malo que es listo, tuvo una infancia cruel y eso lo obligó a perderse, pero en el fondo tiene un corazón así de grande, tan grande que acaba identificándose con el pánfilo y alegremente, porque en realidad se arrepiente de lo malo que fue, decide matar a sus colegas y autocondenarse a la horca para pagar por sus pecados (ganas de vomitar irreductibles).

Por favor, estamos en el 2008 e intentan hacerme tragar toda esta sarta de rancias babosadas morales de una incongruencia sin fin, con momentos culmen como cuando el sherif del último pueblo toma las de villadiego y nuestro pánfilo protagonista le arroja la insignia a la cara diciéndole: - ¡Se olvida esto!, qué gran mensaje, memorable (como es lógico el sherif muere inmediatamente acribillado a balazos, no puede ser de otra manera). Bueno y lo del final es de entrar con los GEO y llevarse todo rastro de que se estuviese filmando algo allí y quemarlo bien quemado, previo baño concienciudo en ácido, para poder asegurarnos de que no queda rastro.

Que si Gladiator y Bale, magistral duelo interpretativo... ¿Para qué? ¿Y qué? ¿De qué me vale?. Peor aun, si uno piensa que podríamos haber visto un buen western, desde luego no como los de Hawks o Ford, eso es imposible, pero al menos algo decente.

Joder, como echo de menos a Peckinpah. Sam nunca aceptaría hacer esta morralla.