Dirigida con desigual fortuna por James Mangold, esta película, a más de no aportar a la saga, resulta de una hiperactividad abrumadora que deviene soporífera. Quizá sea un filme para jóvenes, pero para los más mayores no resulta, aturde.

En la historia, el ya archirrepetido arqueólogo Indiana (Ford) emprende otra aventura para recuperar un dial legendario que, supuestamente, puede cambiar el curso de la historia de la humanidad (muy pretencioso). Jones pronto estará acompañada de su ahijada (Phoebe Waller-Bridge) para enfrentarse Jürgen Voller, un exnazi que, curiosamente, trabaja para la NASA.

La partitura logra complementar las escenas de acción y añadir emoción a la narrativa, pero no deja una impresión duradera en el espectador. La cinematografía, por otro lado, es impresionante y captura la belleza de los exóticos escenarios que visita Indiana Jones.

En cuanto al reparto, Harrison Ford no está al mismo nivel de siempre, como que su carisma se ha diluido con el tiempo. Han Solo, más o menos. Y Phoebe Waller-Bridge está bien como compañera, pero tampoco fascina. Magnifico Madd Mikkelsen como villano. Antonio Banderas y John-Rhys Davis tibios, en una película floja.

John Williams sensacional en la banda sonora, y bien la fotografía de Phedon Papamichael, junto a una correcta puesta en escena y montaje. Sin embargo, mucho efecto especial CGI. El personaje de la hija del amigo muy forzado, personaje típico que introduce ahora Disney en sus películas y además, al metraje le sobra media hora.