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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Drama Bobby Griffith (Ryan Kelley), un adolescente gay, se suicida debido a la intolerancia religiosa de su madre (Sigourney Weaver), una fanática cristiana. Después de la tragedia, la madre se replantea su escala de valores y su posición ante la homosexualidad. Basada en el libro homónimo de Leroy Aarons, que se basó a su vez en un suceso real ocurrido en los años setenta. (FILMAFFINITY)
14 de enero de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película refleja una historia de la vida real sobre el suicidio de un adolescente gay de nombre Bobby Griffith (Kelley). Sus padres eran cristianos episcopales fundamentalistas, y al descubrir la homosexualidad de su hijo, lo rechazan y condenan, particularmente su madre (Weaver), una mujer devota.

Para colmo, intentaron “curarlo” con terapias psicológicas reparativas y religiosas. La historia está basada en un suceso real ocurrido en los años setenta, detallado en el libro homónimo de Leroy Aarons.

Buena la dirección del australiano Russell Mulcahy, con un guion que adapta la obra de Aarons, un drama intenso, emotivo y denso al que es difícil sustraerse. Tiene un equilibrio notable incluso en su fase altamente emotiva. Y aunque por momentos no alcanza a desarrollar con solidez el proceso que conduce al joven protagonista al límite al que llega, eso no impide que entendamos las razones del clímax trágico de la película.

Banda sonora esencial justo en los momentos más duros y dramáticos de la historia, de Christopher Ward, y una fotografía ad hoc de Thom Best. Es una obra menor, pero no descuida la puesta en escena.

Tanto el espectador con creencias o convicciones religiosas como el que no las tenga, tras ver este filme se sentirá movido a darse cuenta que en la frontera de nuestro tiempo debe haber una aceptación sin condiciones de las personas tal como son, no atendiendo a nuestro deseo de cómo querríamos que fuesen. La búsqueda, en suma, de la felicidad de todo ser, con independencia de su inclinación sexual.

De modo que esta es una película para remover conciencias y hacer reflexionar. Dejar huella, en suma, lo cual consigue sobradamente. Y la fragilidad de temperamento del joven, que le lleva a tomar una decisión fatal, al sentirse solo y ser rechazado, sobre todo por su madre.

También nos hace anhelar el día en que la aceptación, la comprensión y el amor, en un sentido amplio y pleno, hagan posible que no se sucedan historias como las que relata el filme. Una apología, en suma, por un mundo más humano donde ninguna persona sea descartada.

El psiquismo humano es tan complejo y rico, que todos somos diferentes, nos construimos sobre la diferencia. Si esta diferencia es referida al plano de la identidad de sexual, está claro que esta cualidad hay que respetarla sobre todo y contra todo.

El reparto es muy de agradecer con trabajos magníficos. Impresionante papel de madre de la actriz Sigourney Weaver, primero autoritaria y tan fanática de su religión que demoniza a su propio hijo por el hecho de ser homosexual, y posteriormente rota a causa de las consecuencias de sus actos. Ryan Kelley cumple también de manera notable en su papel de Bobby, y nos regala momentos que reflejan lo indefenso que se encuentra el personaje ante las imposiciones externas. Acompañados muy bien por Austin Nichols o Carly Schroeder, entre otros.

Es una película de medianía, no hay que confundirse, además, hay unas escenas finales con las manifestaciones arcoíris, y no es difícil imaginar que la película tiene sus elementos de publicidad y apologéticos, versus la cerval crítica a la religión, de todo lo cual debe estar prevenido el espectador.
Kikivall
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