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España España · Granada
Voto de Kikivall:
10
Buscando a Sugar Man
2012 Suecia
Documental, Intervenciones de: Sixto Rodríguez
8.0
28,327
Documental A finales de los años 60, Sixto Rodríguez, un misterioso músico, fue descubierto en un bar de Detroit por dos productores que quedaron fascinados por sus melodías conmovedoras y sus letras proféticas. Grabaron dos discos con la convicción de que el artista se convertiría en uno de los más grandes de su generación. Sin embargo, el éxito nunca llegó, y el cantante desapareció en medio de rumores sobre su suicidio en un escenario. Mientras ... [+]
13 de abril de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente esta coproducción sueco-británica, documental sobre la vida y sobre todo la música del norteamericano de origen mejicano Sixto Rodríguez (1942), uno de los más insólitos músicos de rock-folk contemporáneos. Un artista atípico, genial, increíble para los tiempos que corren, que cantaba en una de sus canciones más tristes.

El documental se coloca en el final de la década de los años sesenta, cuando Rodríguez, un singular y reservado músico, es descubierto en Detroit, en un bar, cantando. Los productores que lo descubren quedan perplejos y fascinados por sus bellas y conmovedoras melodías que contienen letras con tintes proféticos. Pero los discos que grabó no triunfaron y Rodriguez cayó en el olvido en los EE.UU. Pero hete aquí que uno de sus discos aterrizó inopinadamente en la Sudáfrica del Apartheid y se corrió como la pólvora por todo el país en grabaciones piratas, convirtiéndose Rodríguez en un icono de la libertad y de la lucha contra el sistema injusto y racista. Aunque el cantante y compositor nada sabía.

Malik Bendjelloul acomete su primer largometraje con este documental que realmente merece ser considerado como una gran película de investigación sobre un enigma cultural cuyo final no es triste ni negro ni fatal, sino que concluye cara a cara con un asceta capaz de asumir la renuncia sin atisbo de desánimo ni pizca de dramatismo.

El guión, también de Bendjelloul habla de los ondulados caminos del arte como proceso comunicativo, y funciona como emocionante thriller cultural, integra fragmentos animados con elegancia y culmina con un poderoso retrato del artista en paz consigo mismo. La historia y los ecos que inspiran la obra y vida de Rodríguez, se convierten en este largometraje en un auténtico tesoro sobre este arcano de la música contemporánea.

Malik Bendjelloul y sus colaboradores hacen una genial mezcla de entrevistas de archivo, y a veces recurren a secuencias de animación (lo que se explica porque no había muchas grabaciones de Rodríguez), y esta animación está perfectamente integrada en la totalidad de la cinta en clave surrealista, haciendo una llamativa ambientación del Detroit por donde Rodríguez vagaba errante a diario, vestido de negro, como una sombra misteriosa. Todo ello hace del resultado un documental perfecto formalmente y empujado por un mantenido ascenso dramático que toca la fibra sensible del espectador.

Hay mucho que agradecer al joven Malick, pues fue realmente un empecinado en firme que habiendo agotado los recursos económicos, sin apoyos, tres años sin cobrar un céntimo, deprimido, haciendo él tareas que no eran de su competencia (animación, edición, etc.), tuvo la fuerza para continuar adelante hasta encontrar la mano tendida de Simon Chin, el productor de otro documental oscareado en 2008, Man on Wire, del director James Marsh (algún día escribiré sobre esto); y ahí reflotó la empresa y todos fueron felices, incluso Rodríguez. Pocas veces uno puede ver algo así en la realidad, pocas veces uno se siente tan contento y feliz.

Sin duda es una obra cumbre del rockumental, todo un descubrimiento. Así es, pues además del valor fílmico, esta obra alcanza un elevado punto de interés, por la música de su protagonista, cuyas canciones levantan la cinta por encima de lo que habría podido ser una pieza para cinéfilos. Tiene, así, un valor para los amantes al cine y al documental, pero también para los melómanos, que encuentran de seguro en Rodríguez un músico y cantante con piezas que parece mentira que hayan quedado adormecidas durante tanto tiempo.

La cinta, aprovechando el arte y calidad al contar lo que cuenta, a través de su mágica atmósfera, conecta con el público y le hace entender que la corta y sorprendente carrera profesional de Rodríguez es sin duda injusta; injusto que este cantante folk-rock de Detroit de ascendencia mexicana, apenas habría trascendido de no haber sido redescubierto. Cuando escuchamos sus notas, su repertorio, se evidencia una veta de melodías que laten y pugnan por ser descubiertas para el público mayoritario. Eso pasa con este documental, que todos nos convertimos en testigos del éxito ulterior de Rodríguez.

Emocionante y musical, la alegría de saber que existen personas como Rodríguez, un hombre digno y resistente. Una película que necesitaba existir, un documento fresco, esperanzador, misterioso que habla del encuentro frontal y no siempre bien avenido del comercio con el arte. Una gran película porque cuenta una gran historia que parece sacada de una novela de ficción pero que es real como la vida. Una obra, en fin, apasionante.
Kikivall
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