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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama Fernando Robles (Federico Luppi) es porteño, ya ha cumplido los sesenta y es profesor de literatura en la universidad. Enseña a enseñar. Lleva toda la vida casado con Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), española, hija de catalanes, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Se quieren, se respetan, son leales. Nunca se aburren estando juntos, les gusta estar solos. Se conocen profundamente, se aceptan, se ... [+]
21 de junio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosa película y muy entrañable que la dirigiera Adolfo Aristarain, con un libreto de su autoría junto a Kathy Saavedra, adaptación de la novela de su primo Lorenzo F. Aristaráin, “El Renacimiento”; guión premiado en su día con un Goya. Es una cinta muy emotiva que toca asuntos diversos como la jubilación, el subsiguiente cambio de vida, el amor conyugal, la enfermedad o la muerte. Todo es abordado con exquisita delicadeza por un Aristarain que sabe bien qué quiere contar y cómo hacerlo, con un tacto y una delicadeza encomiables.

En la historia a Fernando Robles (Federico Luppi) un profesor porteño de Literatura casado de sesenta años, le llega la noticia de la jubilación, él, que es un docente que ama su labor y que llega a decir ‘que enseñar no es adoctrinar, es dar información y cuestionarla, sin estudiar de memoria ni por la fuerza, y añade a sus discípulos: “despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez, sin límite, sin piedad, aunque sea doloroso”; él enseña a enseñar a futuros maestros. Un hombre que se resiste a retirarse. Ha compartido su vida con su esposa Liliana (Mercedes Sampietro), mujer española que trabaja como asistente social con población pobre del gran Buenos Aires. Ambos tienen una bonita relación, se acompañan, se aceptan, se conocen y se aman. Su único hijo, Pedro (Carlos Santamaría), con familia propia vive en Madrid en manera acomodada. Y todo este mundo familiar y profesional se verá profundamente afectado cuando deciden cambiar de vida y marcharse a vivir al campo en el interior argentino.

Es una película cargada de emociones y que incluso aconsejo como un film ineludible para entender un poco mejor cómo es la vida de los humanos cuando han de transitar situaciones complejas y difíciles. Es igualmente una obra que conmueve al espectador con la narración del relato de un idilio que no tiene fin ni límites, una pareja adulta mayor que no ha agotado las mil y una facetas de una relación plena de amor, amistad y compañerismo. Todo ello contado de forma sencilla, lúcida y reconocible por el espectador, pues aborda temas que se son la esencia de muchos de nosotros que luchamo por mantenernos a flote, aún contra el sistema.

Si Federico Luppi está inconmensurable y veraz en la encarnación de un rol en que se manifiesta la desnudez de afectos y valores de un profesor vocacional que es expulsado abruptamente de su lugar de trabajo; Mercedes Sampietro le da la réplica manejando una variada gama de recursos interpretativos. Ambos están excelentes e incluso la Sampietro fue galardonada por este trabajo, tanto con la Concha de Plata del Festival de San Sebastián como con un Goya de la Academá Española de cine.

En resolución, es una película que mueve las tripas y el corazón a cualquiera que haya vivido problemas serios en la vida que, seguro, somos mayoría. De otro lado, el discurso político de Aristarain, algo habitual en él, no es molesto ni tiene elementos disonantes o exabruptos. Los personajes son de tendencia izquierdista y concienciados socialmente, a la vez que con cierta carga de desencanto, pero manteniendo su idealismo. A veces lloran, a veces ríen y sus posturas oscilan entre la gravedad y el humor, personajes cordiales y afectuosos y a la vez reconocibles.
Kikivall
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