Película de acción dura y potente, rápida y enérgica, con unas primeras tomas fotográficas impresionantes, espléndidamente guiada por un Jeremy Renner que se esfuerza -y lo consigue- en presentar un eficaz, intenso y eficiente personaje, con firmes y poderosas escenas de acción las cuales, acompañadas de la bellísima Rachel Weisz, no hacen sino ganar en intensidad emocional. Todo excelente hasta que, erróneamente, se menciona el nombre de Bourne -para dejar claro el no tan claro, ni necesario, enlace honorífico- e, inconscientemente, tu no-oportuna memoria trae a colación a Matt Damon, al original y único Bourne y cualquiera -me valen las tres- de sus magistrales anteriores películas y entonces, la tan -en principio- genial película de acción pierde vigor, fuerza y auge; se queda en una mediocre e inexcusable prolongación de una historia que era perfecta tal y como la recordábamos. La presencia de Edward Norton como refuerzo sustitutivo de Joan Allen sería más oportuna y perdurable si la susodicha no apareciera al final de la historia, durante 5 innecesarios segundos, como recordatorio del no-justificado mal uso de Bourne. Este film hubiera circulado por las carteleras estupendamente sin la necesidad de unirlo al anterior personaje, sin el desacertado uso de su nombre que, lo único que logran es frenarle y quitarle todo el merecimiento que, de otra manera, hubiera tenido sin ningún problema. La historia, el guión y los actores protagonistas no necesitaban de ninguna abuela que les promocionara y patrocinara; se valían por sí solos! Malograda costumbre la de hacer pre-secuelas, continuaciones y, cualquiera que sea el nombre que le den, de relatos que se valen por sí mismos para crearse un espacio en la gran pantalla y en la memoria de los espectadores!; y de paso, vamos a respetar un poquito más a sus hermanos mayores que merecen un retiro más digno!!!