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España España · MADRID
Voto de VALDEMAR:
6
Drama. Romance. Bélico A lo largo de tres generaciones, dos familias de un pequeño valle guipuzcoano mantienen relaciones tortuosas, marcadas por la violencia y las pasiones. La historia comienza en Guipúzcoa, en 1875. En una trinchera carlista, durante la guerra, un aizkolari logra salvar la vida embadurnándose con sangre de uno de los muertos, y dejándose apilar con los cadáveres. La presencia de una vaca le produce una extraña sensación, que se volverá obsesiva. (FILMAFFINITY) [+]
29 de marzo de 2010
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he considerado el cine rural como un auténtico tostón. Será por mi idiosincrasia urbanita. No aguanto más de un día en el campo sin ponerme de mal humor y como triste, y no aguanto más de veinte minutos de visionado de un drama rural. Pues he aquí una excepción (bueno, alguna otra hay, pero pocas)

Afortunadamente para mí y los de mi calaña, el pastoreo, el esquilado bovino, los problemas de la vendimia, las plagas de insectos que arruinan las cosechas, y, sobre todo, los adolescentes que están en pleno despertar hormonal y echan la tarde en el pajar, no tienen cabida en Vacas.

Vacas es otra cosa. No sé muy bien que clase de cosa. Es una especie de cine psicodélico-rural.

La historia que cuenta es sencilla y extraña a la vez. Nos habla de tres generaciones de rivalidades y afectos entre dos familias, cuyos diferentes personajes (abuelo/padre/hijo) son interpretados siempre por el mismo actor. En el caso de Carmelo Gómez, esto es de agradecer.

La historia se vuelve apasionante por momentos, y eso se debe a la cámara de Medem. No hay otra explicación. El arranque en las trincheras, las persecuciones por el bosque a través de la vegetación y, sobre todo, la secuencia del reto de los aizkolaris, desprenden un inquietante suspense.

Luego están esas cositas que hace Medem, como lo de mirar a través del ojo de una vaca, del objetivo de una cámara fotográfica o lo el travelling ese que empieza por la cabeza de una vaca que está comiendo, la recorre entera y, claro está, termina en el rabo, con una magnífica cagada con su pedorreta y todo. A mi estas cositas me sobran, porque afectan a mi interés, ya que no aportan nada a la historia y se limitan a convertir la película en rara, pero admito que, por lo menos, el realizador es original.
VALDEMAR
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