Última película de uno de los grandes maestros. Como en casi toda su escasa pero prodigiosa filmografía, el director danés nos presenta una obra ajena a su tiempo. Dreyer fue un artista que eligió servir a su arte y a lo que conceptuaba, antes que a los preceptos culturales de su época.

El filme es un ensayo sobre las relaciones amorosas del ser humano, personificado en una mujer llamada Gertrud. Envueltos en un halo de misterio próximo a la ensoñación, vemos como se desencadena en cada historia una cadena de conflictos, al afrontar una idea del amor a distintas formas de amar que no soporta.

El color blanco que Dreyer veneraba por su espiritualidad y su llaneza, domina la cinta. Era su componente de rebeldía frente al cine ornamental de Hollywood. En 'Gertrud', sólo admitía cosas afines a la historia. Un ejercicio de abstracción radical que ya había emprendido en trabajos anteriores.

Tras su convicción inicial en la búsqueda del amor, Gertrud observa en un espejo como se derrumba en el aislamiento y en el fastidio. Un camino recorrido repleto de constante cavilación y de entusiasmo contenido, en un mundo material. Como hizo Dreyer a lo largo de medio siglo de vida.