Sí, no es ninguna obra maestra y algunas escenas rozan la vergüenza ajena; pero reconozco haber disfrutado como un enano con las irreverentes y soeces andanzas de este tipejo entrañable e incorregible llamado Dom Hemingway encarnado por un Jude Law casi irreconocible, por panzón, por guarro y por desagradable.

Es cierto que podría haber sido mucho mejor y que la trama familiar desconcierta y se alarga en demasía, aunque llegues a implicarte, además de que la película no es muy coherente que digamos, aunque sí más profunda y triste de lo que parece. Pero sí es un sorprendente entretenimiento no apto para todos los paladares, que comienza con una oda a la verga de Dom mientras le hacen una mamada en la cárcel y donde lo mejor son las frases del mismo ("El sur de Francia es como el coño de una camarera después de la final del Mundial"), las escenas de éste con su buen amigo Dickie (magnífico Richard E. Grant) y las secuencias de desenfreno etílico y alucinógeno (impagable lo del coche por la carretera del bosque al ritmo de "Ace of Spades" de Motörhead para cuando saltan por los aires cambiar a "O mio babbino caro").

Sí, ha sido una gozada ver a Jude Law borracho gritando e insultando, después de trasegar una cerveza tras otra y varios whiskys mientras suenan Pixies o The Godfathers. Pura y sucia evasión british.