El último trabajo de Chaplin antes de abandonar para siempre EEUU es una película magnífica que con toda justicia puede calificarse de "única", pese a que en ciertos aspectos ha quedado algo desfasada, como los excesos melodramáticos y las expresiones arrobadas de Claire Bloom (quien por otra parte demostró ser una estupenda actriz a sus 20 años).

Por lo demás se trata de una película con una puesta en escena muy teatral, con escasos movimientos de cámara y casi inexistentes planos exteriores, pero con una historia que contar tan bonita como triste y desgarradora, en una de las grandes actuaciones de Chaplin en toda su carrera. Actuación que por otra parte, debe mucho a su propia vida: con 63 años y después de numerosos éxitos y algunos sinsabores, el inglés podía volver la vista atrás de manera crítica, examinando sus casi cinco décadas de experiencia, creando al Calvero de "Candilejas" pero ambientando intencionadamente la historia en el Londres de 1914 (justo cuando Chaplin se marchó a Estados Unidos).

Así, Calvero es un viejo payaso alcohólico que ha conocido tiempos mejores, está solo, amargado y de vuelta de todo, cuyo mayor interés parece ser ya el de beber. Una joven que ha perdido las ganas de vivir y a quien Calvero ayuda se convierte en la única persona que puede devolverle al mundo...

Para la historia las numerosas frases dichas por el hastiado Calvero, tanto las pesimistas como las más esperanzadoras (magnífico guión), la maravillosa banda sonora, compuesta también por Chaplin, ganadora del Oscar 20 años más tarde (?) y el tramo final, tan poderoso y emotivo, actuación con Buster Keaton incluida, otro que pasaba por horas bajas y que no tuvo tanta suerte como el cómico británico, aunque fue ayudado por éste.