Sin duda, es y será una de las películas mejor hechas y definitorias de nuestro paso por el mundo, a través de la adolescencia, cubriendo nuestra necesidad de amar y ser correspondido, junto con el paso definitorio de la madurez (en sentido estrictamente mental).

Suele haber alguna etapa en la vida (aunque con frecuencia puede tratarse de un estado más o menos permanente) en la que parecemos ir a la deriva, sin propósito, sin saber qué hacer. Un punto muerto en la carretera, sin tener idea de hacia dónde tirar. Como circular por un desierto en el que se ve todo igual, en el que no se aprecia el final en el horizonte.

Uno de esos puntos muertos se presenta, por ejemplo, cuando terminamos los estudios. Ya hemos obtenido un título. ¿Vamos a por otro? ¿Y ahora qué?

Como diría el fiel amigo de 'JOEL' en Risky bussines, hay que aprender a decir: ¡'Pero qué coño'!

El problema que hay, como el de cualquier otro adolescente en esta edad; erradica en el paradigma del fracaso y el atontamiento en temas de amor. Hablamos de ciudadanos colocados en lo más bajo del submundo del instituto (impopularidad 'level 90000'), que no ven el momento de conocer a alguna chica, pero sin el atrevimiento siquiera de ir a una fiesta donde toparse con alguna. En su ansiedad sexual, su actitud obstinada es lo que les llevara, a cada uno de ellos a tomar diversas decisiones, que desembocaran en la que yo llamo: 'realidad social'.

Puesto que el espectador poco profundo, que lo que busca es un rato de entretenimiento, esta película puede resultarle algo cómica, por tanto estaría englobada dentro de la comedia. No obstante, el verdadero trasfondo de este film es un monstruoso drama global. No solo un drama de los protagonistas sino un drama social y real, de toda una generación.

”Tienes que ver 'The girls next door', dos veces al menos si es que quieres apreciar todo su simbolismo y su mensaje.”