Parece increíble que un tío con la carrera de William Friedkin, autor de dos grandes pelis, como El Exorcista y The French Connection (eso sí, hace más de tres décadas, que luego no ha hecho nada especialmente destacable), haya perpetrado algo tan malo como esta cosilla con tan poca originalidad: una historia de caza humana, que habremos visto mil veces (Acorralado, El Fugitivo, etc.), con un componente supuestamente filosófico, la relación maestro-discípulo (por si no nos habíamos enterado, nos repiten en un par de ocasiones la cita bíblica de Dios y Abraham), en la que el segundo se siente traicionado no se sabe si por su país, por su profe o porque se aburría de su condición de agente especial asesino silencioso.
Las interpretaciones son escandalosas, y eso que los dos papeles protagonistas están a cargo de dos grandes en esto del cine: T.L Jones resulta especialmente increíble a sus "sesentaytantos" dando brincos por los bosques, y mucho menos peleándose en un cuerpo a cuerpo con un Benicio del Toro impertérrito y absurdo en su empeño de antihéroe de una peli de acción. Por otro lado, las escenas de lucha, probablemente lo único que podría salvarse, son patéticas, con esa inexplicable alergia que los dos parecen tener por las armas de fuego, y lo de emplear palitos y piedras para pelearse es gracioso, aunque lo más risible es cuando ambos se lían a darse estopa a base de una mezcla de kungfú, ninja o lo que sea eso.
Ah, al menos los paisajes de Oregón son bonitos, pero me parece que si esto es lo mejor de la peli, apaga y vámonos.