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España España · Oviedo
Voto de babayu:
8
Terror Regan, una niña de doce años, sufre fenómenos paranormales como la levitación o la manifestación de una fuerza sobrehumana. Su madre, aterrorizada, tras someter a su hija a múltiples análisis médicos que no ofrecen ningún resultado, acude a un sacerdote con estudios de psiquiatría. Éste, convencido de que el mal no es físico sino espiritual, cree que se trata de una posesión diabólica, y decide practicar un exorcismo... Adaptación de la ... [+]
11 de enero de 2008
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra más de las míticas pelis que nos dejó la convulsa década de los setenta; dirigida por William Friedkin, autor de la notable French Connection, y que, tras más de treinta años no ha vuelto a hacer nada significativo, es una adaptación de la novela de William Peter Blatty (quien osaría hacerse cargo de una de las espantosas secuelas de la saga). Desde la presentación de la historia, nos va dejando pistas de que es una película que va a trascender: ese Padre Merrin, interpretado magníficamente por Max von Sydow, un anciano marcado por lo que se presume terribles experiencias previas, en un "retiro" arqueológico en Nínive, por otro lado, una actriz de éxito, que está rodando en Washington, y cuya vida parece que va de viento en popa, y, como tercer lado del triángulo, el Padre Karras, quien combina dos profesiones que parecen antagónicas, la de sacerdote y psiquiatra, y que parece adolecer de una crisis de fe (también magnífico Jason Miller). Estas tres personas se verán unidas por Regan, la hija de la actriz, quien comienza a sentir unos síntomas que parecen indicar que lo suyo va más allá de una lesión cerebral o una enfermedad mental. Aquí es donde la película se desata, y nos deja todas esas demostraciones de la niña poseída, que formarán parte para siempre de los recuerdos cinematográficos de toda una generación, claro está, gracias a que tales demostraciones demoniacas son sumamente efectistas, pero bien medidas y distribuidas para no resultar cansinas o excesivas. De todas maneras, lo que más me atrae personalmente de la película es cómo está diseñado el entorno de los personajes, sus relaciones y los pequeñitos detalles que contribuyen a hacer creíble la historia.
En definitiva, un legado por el que no sólo no pasan los años sino que, como los buenos vinos, no se avinagra, sino que va cogiendo sustancia, y , aunque se vea por quinta o sexta vez, siempre se espera el momento de ver a la pequeña hacer cualquiera de sus numeritos, como girar la cabeza 360 grados, decir toda clase de improperios, o bajar de una manera peculiar las escaleras, y siempre se desea escuchar esas campanas tubulares que compuso a los 19 años un genial Mike Oldfield.
babayu
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