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Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · L.A.M.F. St.
Voto de Bartleby:
4
Drama Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos. Una serie de encuentros inesperados revelan poco a poco más de su pasado. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2024
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a empezar por lo que me gustó: la música como terapia y como modo de vida, hacer de la música algo muy importante en tu rutina. Todos debemos utilizarla, una buena canción en el momento determinado puede salvar muchas cosas. Más de lo que parece. Escuchar música es lo mejor. "La información no es conocimiento; el conocimiento no es sabiduría; la sabiduría no es la verdad; la verdad no es la belleza; la belleza no es música; la música es... la música es lo mejor" (F. Zappa).

A partir de aquí hablar de autoengaño de su misterioso, rutinario, simple y mudito protagonista es decir lo mínimo. El caso es que limpiar los retretes de Tokio es un lujo. Que se lo digan a la/os que los limpian aquí. Allí no se encuentra nada parecido a un "tigre", a olores fétidos, ni pisos sospechosamente resbaladizos, ni fluidos corporales. Alguna colilla. Son todos como el del Thyssen. Puedes comer allí. Además tienen un diseño arquitectónico interesante. Algo de eso era el primitivo proyecto de Wenders.

Tras pertenecer a ese llamado "Nuevo cine alemán" y realizar notables películas como El cielo sobre Berlín o París, Texas, no tuvo una filmografía muy destacable y lo que más aprecio de él es su amor por el cine de Ozu. De hecho tanto Herzog, el que más me gusta, como Fassbinder, desarrollaron una filmografía mucho más completa y convincente.

Esta película no es una película de Ozu, humanista que busca la esencia de las cosas en su sencillez y en los valores familiares de amor y respeto. Este tipo es un misántropo, ni tan siquiera dirige la palabra a su subordinado, se comunica por gestos. No me trasmitió nada de eso. Es más una rutina, un minimalismo sin horizonte, una filosofía de andar por casa. Más que sencillo nuestro buen hombre es simple (Simplicissimus). Lee algún libro interesante sin que parezca cambiarle ni afectarle en absoluto y escucha algunas buenas canciones: La casa del sol naciente, y su versión japonesa que es muy cool, Pale blue eyes, Redondo beach y la gran decepción: Perfect day, desaprovechada. Recuerdo como se usó en Trainspoting o hace unos años en La fiebre de Petrov en la escena del autobús de línea, una de las mejores de la película de Serebrennikov.

También le gusta jugar con las sombras de la luz en los árboles, con esa inmediatez irrepetible que él considera mística. Con poco se conforma, diría Paris Hilton, qué falta de ambición, pero bien visto me sirve para limpiar mis baños. Algún pedito y algún resto de juerga, bragas, coca pegada en los sanitarios..... encontrará, coño que se animaría un poco la película.

El argumento es mínimo y gana puntos cuando salen las chicas, la amiga de su subordinado bobo y su sobrina. Después aparecerá una escena que no entendí con un exmarido, que es un pegote que no aporta nada, ese juego de sombras me pareció una memez. Tampoco es sentimental y se mantiene en tono frío y alejado del espectador. Así que lo fía todo a la personalidad del protagonista y eso parece más que arriesgado, una temeridad. Quizás vosotros encontréis otros valores a este buen hombre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bartleby
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