Muy posiblemente, los que se hayan documentado al respecto dispongan de cientos de razones para despellejar a la película y a sus responsables: la historia en la que está basada tiene toda la pinta de ser más interesante, más veraz, incluso, que la que se nos presenta en pantalla. Y es cierto que Kevin Costner, el jefe del Arca, simula ser el único que no ve a una mujer negra cuando mira a Taraji P. Henson, y tampoco es mentira, entre otros muchos chirridos, que la conversión para la causa de Kirsten Dunst es como de postal navideña.
FIGURAS OCULTAS, que se lanzó a la conquista de galardones de igual modo que los americanos se lanzaron a la conquista del espacio hace más de cincuenta años, es algo así como una sucesión de diapositivas o clichés que conducen, inexorablemente, al bonito y académico final; como si en la tierra de las oportunidades se hubieran acallado para siempre las voces que avisaban de problemas a los que se quedaron en Houston y como si la vida, en efecto, dentro de aquellas fronteras, fuera en todo caso justa. Así, más que dureza se traslada almíbar y antes que obstáculos, nos llegan farolillos.
No creo, siquiera, que un nuevo programa de Diversión con Banderas nos permita a los propios y a los extraños poner otra vez los pies en el suelo.