Hay películas que parecen iniciadas sin tener los responsables una idea definida del desarrollo a seguir. Es como si alguien hubiera dicho, con entusiasmo: "vamos a hacer una de secuestros; y luego... ¡lo que surja!". Y parecen los directores algo así como unos herederos morales de Ed Wood. A positivar.
Todo chirría en la cinta de Suzi Ewing. El inicio disparatado, con un rapto de parvulario; el nudo, con el trato pueril a los personajes y el pintoresco desenlace, que se resuelve con un plumazo después de toda una guerra mundial.
Es probable que las carreras de Luke Evans y de Kelly Reilly, con algún destello previo, no vayan a tener demasiado recorrido. Y es probable, también, que el conjunto de la bisoña Ewing oculte en la medida de sus posibilidades, que no son muchas, un ataque a la iglesia y a sus circunstantes. Sea como fuere, llevando en el pecado la penitencia, este 10x10 tiende más hacia el 0 que hacia el 100, como actos, resultados y propuestas que se acercan al desastre.